domingo, 7 de octubre de 2012

Acontecer diario



Carmen Lila Romero / Luis Alberto García
Sucesos y Sucedidos

SÍNTESIS PERIODÍSTICA ®

  Domingo 07 de octubre de 2012


SUPLEMENTO DOMINICAL “ENFOQUE” DEL REFORMA


Colaborador Invitado / Manual para entender al #YoSoy132

Es un concepto que permanece abierto para que cada quien lo interiorice a la imagen y semejanza de sus expectativas o creencias

Colaborador Invitado

(7 octubre 2012).- Antonio Attolini Murra

Vocero de la asamblea local del ITAM del movimiento #YoSoy132.

El movimiento #YoSoy132 ha logrado a lo largo de cinco meses de existencia aciertos dentro de los cuales destacan: la renovación de la manera de hacer protesta pública (proyecciones y performances); la nivelación de tú a tú de la sociedad civil y las instituciones (#debate132); la articulación y consolidación de una red de Asambleas Locales de estudiantes que, por primera vez en mucho tiempo, proponen, discuten y evalúan ideas relacionadas al mejoramiento de nuestra frágil democracia (Asamblea General Interuniversitaria) y todas las demás que cada comunidad tenga en su propio baúl de recuerdos.

Ahora bien, para realmente entender al #YoSoy132 es necesario primero, reconocer el sentimiento de indignación que le dio vida (los 131 estudiantes de la Ibero que replicaron al poder autoritario que los descartó y subestimó) y luego, reconocer cómo éste se ha vuelto uno de los catalizadores para la protesta y la movilización, tanto de individuos como de colectivos, más importantes de los últimos años. Es decir, antes de que hubiera asambleas, comisiones, vocerías y comunicados oficiales ya existía un grupo de estudiantes de distintas universidades que, en nombre de una idea, salieron a las calles en una serie de protestas frente a Televisa San Ángel y Televisa Chapultepec y ésa es la esencia del #YoSoy132.

Sin embargo, entender al movimiento ha resultado muy complicado para los medios de comunicación. Esto se debe a que, si bien el #YoSoy132 posteriormente desarrolló una organización formal (las Asambleas Locales), un máximo órgano de deliberación (la Asamblea General Interuniversitaria) y una Declaración de Principios, no es cierto que todo aquel que invoque el nombre del #YoSoy132 goza del aval por parte de alguna de estas organizaciones. Y eso está bien. Comparando la capacidad que el #YoSoy132 tiene para motivar e inspirar a tantas distintas personas en el país y en el mundo, la organización formal resultaría insuficiente para poder coordinar todas las acciones de todos los individuos que han decidido movilizarse en nombre de este concepto. Es importante señalar también que la naturaleza caleidoscópica y profundamente heterogénea de una sociedad como la mexicana, vuelve aún más difícil analizarlo desde las coordenadas tradicionales.

El #YoSoy132 no es una asociación civil ni un partido político, pero tampoco es un movimiento social en donde desde el nombre se establezca claramente cuál es el sentido primario de la movilización (ejemplo, "Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad"). El #YoSoy132 es un concepto que permanece abierto para que cada quien lo interiorice a la imagen y semejanza de sus propias expectativas, creencias, escalas de valores, etcétera. Por ejemplo, #YoSoy132Frankfurt nunca ha puesto un pie en la Asamblea General Interuniversitaria y es tan #YoSoy132 como cualquier otro y toma las acciones y las medidas que ellos consideren pertinentes de acuerdo al contexto político que los rodea. La idea política es lo que trasciende.

La protesta no requiere de un proceso formal de certificación, afiliación e identificación. Para ser miembro del #YoSoy132 tampoco. Quien quiera combinar estos dos elementos -protestar y usar el nombre del #YoSoy132 para recibir visibilidad-, bien puede hacerlo sin que eso represente una contradicción inherente o una señal de desorganización de quienes sí estamos incorporados a las estructuras formales. La Declaración de Principios, en última instancia, es la que acota y delinea las directrices de lo que es ser #YoSoy132.

El problema está en considerar a la sociedad -y particularmente a los estudiantes universitarios- como un conjunto homogéneo de aspiraciones y deseos. La realidad es otra completamente distinta y se arroja en contra de estas categorías tan reducidas. Parece ser entonces que ciertos medios de comunicación no están dispuestos a renunciar a ellas y continúan utilizándolas para analizar al #YoSoy132. Los oxidados comentócratas de los medios de comunicación utilizan discursos totalizantes y maniqueos sin ver más allá de lo evidente. El #YoSoy132 ha logrado revelar realidades sociales que por mucho tiempo habían permanecido ocultas pero que ahora logran visibilizarse gracias a que existe un concepto que las sostiene y les da relevancia. Son muchas y todas muy complicadas. Y eso hay que tenerlo en cuenta siempre que se emita un juicio sobre el fenómeno de lo social y en particular sobre el #YoSoy132.


Twitter: @AntonioAttolini

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Primera víctima de la narcopolítica

Novedad editorial Manuel Buendía. Zorrilla conocía al detalle los movimientos de Buendía, sus hábitos, sus rutinas. Y decidió ejecutar su plan, al que llamó Operación Noticia para seguir con la retórica propia de su actividad policiaca

Miguel Ángel Granados Chapa

(7 octubre 2012).- En su última Plaza Pública, publicada el viernes 14 de octubre de 2011, Granados Chapa se despidió de sus lectores con una frase: "esta es la última vez en que nos encontramos. Con esa convicción digo adiós". Pero entonces trabajaba afanosamente en la escritura de un libro sobre el periodista Manuel Buendía, que dejó inconcluso. Gracias al trabajo de su hijo Tomás Granados Salinas, del periodista Tomás Tenorio y sus editores, es posible un encuentro más entre Granados Chapa y los lectores, justo al cumplirse un año de su muerte. Con la autorización de la Editorial Grijalbo, se reproduce a continuación el primer capítulo de la obra.


La noche del 30 de mayo de 1984 José Antonio Zorrilla parecía haber cometido el crimen perfecto. Presidía el funeral de su víctima, Manuel Buendía, y se le había confiado la investigación del asesinato, perpetrado apenas horas antes por agentes a sus órdenes.

Agobiada por la cruenta y súbita desaparición de su esposo, su compañero durante treinta años, doña Dolores Ábalos no tenía ánimo para recibir las condolencias de las decenas, cientos quizá, de personas que desfilaban por la capilla ardiente, en Gayosso de Félix Cuevas, adonde Zorrilla dispuso que se velara el cadáver del periodista de quien se reputaba amigo. Habló primero con José Manuel, el mayor de los hijos de Buendía, quien transmitió a doña Dolores la noticia de que su padre había sufrido un percance. Cuando llegaron al despacho, ya había sido levantado el cuerpo, y Zorrilla les dio la terrible noticia.

Ante el azoro de la viuda, el director federal de Seguridad, jefe de la policía política del gobierno federal, organizó las exequias de Buendía, con gastos a cargo de su oficina. Dispuso que se le velara en la sede sur de la principal agencia funeraria de la ciudad, aunque se hallara a gran distancia del domicilio del finado, pues la escenografía que había montado requería de amplios espacios, donde circulara el gentío que debía verlo presidiendo el sepelio como si fuera el deudo principal. Con aguzado sentido teatral, deambulaba entre los dolientes, recibía el pésame y se gloriaba de su amistad con quien allí era velado. Vestía una gabardina azul, semejante a la que Buendía llevaba puesta horas antes, cuando lo alcanzaron las balas de un agente subordinado suyo. Dispuso también que el entierro ocurriera en Jardines del Recuerdo, en Tlalnepantla, y que fuera único orador al pie de la tumba el periodista León García Soler, ajeno por supuesto a la intriga con que Zorrilla se protegía a sí mismo.

Hacerse tan visible tenía el propósito no sólo de mostrar su pesar, para que nadie imaginara que él mismo lo había causado, sino también de provocar que al recibir en la agencia funeraria al presidente Miguel de la Madrid, su jefe en última instancia, le fuera confiada la indagación del crimen, a pesar de que la Dirección Federal de Seguridad (DFS) careciera de atribuciones legales para hacerlo. Cuando De la Madrid quiso, al dar esa instrucción en público, mostrar su interés por el pronto hallazgo de los homicidas de Buendía, bendijo los hechos que Zorrilla había construido y los que siguieron inmediatamente después. Supliendo al Ministerio Público, atolondrado y miedoso, la policía política se apoderó de la escena del crimen y dio los primeros pasos de una averiguación que correspondía a la Procuraduría de Justicia del Distrito Federal. Así, la DFS realizó una contrapesquisa, pues eliminó indicios que condujeran a la verdad y erigió obstáculos que sólo al paso de muchos años pudieron ser removidos.

De la Madrid se enredó con el caso, no sabemos si entonces o años después, cuando dictó sus memorias a Alejandra Lajous. La procuradora Victoria Adato de Ibarra era su amiga personal (porque él lo había sido de su extinto marido, Manuel Ibarra), y el presidente escuchaba sus quejas sobre la intervención de Zorrilla y su versión sobre los móviles del crimen. De la Madrid incurría por eso en oscilaciones del ánimo, que dejó traslucir cuando publicó su libro Cambio de rumbo. Por un lado, esquivó abordar el tema en el apartado correspondiente a mayo de 1984. Luego, sin considerar que había encargado la indagación a la policía política, juzgó desdeñosamente que se trataba de un crimen cuyas motivaciones eran personales, no políticas. Escribió, ya avanzado junio, que la "tragedia" de Buendía


fue interpretada por todos, sin mayor cuestionamiento, como un hecho político. Los directores y el personal de los periódicos lo calificaron como un atentado al periodismo nacional y a la libertad de expresión. Los periodistas asumieron que su integridad física y moral estaba en peligro e hicieron cundir una sensación de temor e incertidumbre ante el futuro.

Al día siguiente del asesinato, un grupo conocido de periodistas formó un comité para vigilar que se llevara a cabo el esclarecimiento pleno del asunto. El primero de junio, la CTM demandó la expulsión del país de los agentes de la CIA y la aplicación rigurosa de la ley a los terroristas de la ultra-derecha, a los que atribuyó el homicidio de Buendía como parte de una estrategia para desestabilizar al país.

Respecto a Buendía, existe ahora la duda de que haya sido un profesional quien lo asesinó. La forma en que lo mataron, el lugar y la hora llevan a la policía a sostener la hipótesis de que seguramente fue un resentido por una ofensa directa. Sus argumentos suenan lógicos. La policía señala que un asesino profesional siempre tira a la cabeza, en tanto que Buendía recibió tres balazos en el cuerpo; que un profesional tira desde una distancia mayor de la que se le disparó a Buendía, pues ello implica menor riesgo de ser visto o detenido; que busca un lugar más aislado y no un estacionamiento a las seis y media de la tarde o, en todo caso, usa silenciador.

En fin, con esta nueva hipótesis (nueva en junio de 1984, aclaro) parece difícil que pueda hallarse al asesino de Buendía, pues el panorama sobre las posibilidades de quién pudo haberlo asesinado se abre aún más. La ofensa directa que supone la policía pudo haber sido de tipo político, ideológico, religioso o privado. Por ahora, ya se han hecho exámenes exhaustivos de sus columnas para conocer a sus enemigos. Entre ellos se encuentran la CIA, los petroleros, el Opus Dei, los "tecos"; en fin, son tantos grupos y tantas posibilidades, que no veo fácil que la policía pueda encontrar al culpable.1


De la Madrid no tuvo más remedio que admitir, en una nota a pie de página redactada cuando ya no estaba en la presidencia:


Éste (el autor intelectual) resultó ser el licenciado José Antonio Pérez Zorrilla [sic], quien fungía, en el momento del crimen, como titular de la Dirección Federal de Seguridad. Al parecer, Pérez Zorrilla (sic) había observado que las investigaciones que realizaba Buendía sobre el narcotráfico lo estaban alcanzando. Pérez Zorrilla (sic) fue sujeto de juicio y, a la fecha de publicación de este libro (marzo de 2004), permanece en la cárcel.2 El ex presidente habla del asunto como algo ajeno, sin tener presente que él mismo encargó a "Pérez Zorrilla", como le llama, que investigara el homicidio. En función de ese encargo se legitimó el protagonismo que adoptó Zorrilla, quien se apersonó en el lugar del crimen pocos minutos después de que Buendía había sido atacado por uno de sus subalternos, bajo la protección de otros que deambulaban en la escena de los hechos. Zorrilla pudo llegar prontísimo porque sabía del asesinato y sólo esperaba el aviso de su consumación.

Hasta las seis y media de la tarde, cuando fue baleado por la espalda, ese miércoles había sido una jornada normal en la intensa vida del periodista más influyente de México. La inició temprano por la mañana, cuando salió de su casa en la calle Cienfuegos de la colonia Lindavista, en el norte de la ciudad de México. Solía desahogar en el desayuno, la comida y la cena compromisos profesionales que lo proveían de información o elementos para construir su criterio respecto de asuntos sobre los que escribiría, o reunirse con amigos por el solo gusto de cultivar fructíferas relaciones personales.

Yo mismo había compartido el desayuno con él apenas dos días antes de que lo mataran. Nos reunimos en Sanborns, en la esquina de Hamburgo y Niza, no lejos de su oficina. No me atrevería a decir que don Manuel anticipaba lo que le ocurriría, pero advertí en su conducta una suerte de resignación ante lo inevitable. A diferencia de su actitud de alerta permanente, esa vez se sentó de espaldas a la puerta. Hasta ese momento ejercía, como una segunda naturaleza, una sostenida vigilancia de su entorno. Distaba mucho de la paranoia, pero al salir de un espacio cerrado se detenía por instantes en la puerta para cerciorarse de que podía seguir su camino. En los recintos cerrados, invariablemente ocupaba un lugar desde el cual dominaba el panorama. Esta vez desdeñó hacerlo, y no le importó sentarse de espaldas al resto de la concurrencia. No hablamos sobre el asunto, a pesar de que lo percibí de inmediato, y nos despedimos normalmente, en espera de un próximo encuentro, como los muchos que sostuvimos a lo largo de veinte años de amistad y relación profesional.

Ese 30 de mayo, tras su reunión matutina, llegó a su despacho y dio los toques finales al borrador de la columna que enviaría esa mañana a Excélsior, el diario capitalino donde publicaba desde seis años atrás, y a la Agencia Mexicana de Información, que distribuía su trabajo a más de una veintena de diarios de los estados. Se refería a una sociedad anónima creada por los más ricos empresarios de México, que de esa manera se preparaban para adquirir algunas de las empresas más productivas que el gobierno se disponía a vender para cumplir los planes de austeridad dictados por el Fondo Monetario Internacional.

Concluida la tarea cotidiana se dirigió a la cancillería, situada todavía en Tlatelolco. Estaba invitado a comer con el subsecretario Víctor Flores Olea (con quien guardaba cordial relación desde que el diplomático dirigía la escuela universitaria donde Buendía enseñaba). Los acompañaron Jorge Montaño, entonces director de Asuntos Multilaterales en la SRE y años después embajador en Washington, y José Carreño Carlón, que era diputado federal y antes había sido periodista en El Día, del que salió abruptamente por un enfrentamiento con el director Enrique Ramírez y Ramírez.

Buendía volvió a su oficina poco después de las cinco de la tarde, trabajó en la preparación de próximas columnas -solía tener varios borradores en curso, antes de dar forma definitiva al que enviaría para su publicación-. Cerca de las seis y media de la tarde se dispuso a salir. Coincidió en ese propósito con Juan Manuel Bautista Ortiz, uno de sus dos ayudantes, quien debía hacer fotocopias de documentos. Puesto que la oficina se quedaba sola, su joven ex alumno esperó a cerrar, y luego bajó la escalera detrás de Buendía. El elevador estaba descompuesto.

Bautista había estudiado con don Manuel en la universidad en 1982 y 1983. En este último año se incorporó al reducido personal de la "Mexican Intelligence Agency". A pesar de que ya había concluido sus estudios formales en Ciencias Políticas, empezó desde abajo. Pero el aprendizaje que le estaba permitido por trabajar a la vera de Buendía justificaba su penosa iniciación en el oficio. Años más tarde recordaría la impresión que le causó como maestro:


De trato afable, escrupuloso, lenguaje fino y preciso, Buendía sometía a sus posibles alumnos de séptimo semestre de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, a un examen general de conocimientos. Ya en clases, combinaba la teoría con ejercicios periodísticos: crónicas urbanas, entrevistas a los personajes de la colonia, artículos sobre un tema de interés nacional, la nota de la semana, reportajes, hasta llegar a las prácticas profesionales. 3


José Antonio Zorrilla también trabajaba a esa hora, en su oficina del tenebroso edificio de la DFS situado en Plaza de la República, entre Lafragua e Ignacio Ramírez; es decir, en el flanco sur de la plaza en cuyo centro se alza el Monumento a la Revolución. Había confiado a Juventino Prado, uno de sus comandantes más cercanos, jefe de la Brigada Especial, su propósito de quitar de en medio a Buendía. Una cuestión previa era conocer con precisión su rutina. Para el efecto, Zorrilla creó una situación tensa en torno a su amigo periodista, a quien impuso una escolta en la primera quincena de mayo. Buendía sentía de tanto en tanto que crecían sus riesgos por los asuntos que abordaba, por los personajes a los que juzgaba. Por añadidura, al final de ese mayo se le imputaba un acto con el que no tenía que ver. El periodista Jack Anderson publicó en su columna de The Washington Post un informe sobre el presidente De la Madrid. Éste habría depositado en un banco suizo una gruesa suma de dinero. Los malquerientes de Buendía, a quienes De la Madrid prestaba oídos, dijeron que el informe de Anderson le había sido enviado por Buendía, que no encontró la ocasión propicia para ventilarlo él mismo en la Red Privada.

Buendía resistió la imposición de una escolta pero Zorrilla venció su reticencia. No duró mucho la custodia, que era en realidad vigilancia. La presencia de una guardia a las afueras de su casa incomodó a la señora Buendía tanto como al periodista perturbaba "traer cola", como se decía en la jerga policiaca al hecho de ser observado permanentemente. El ejercicio terminó poco antes del 30 de mayo, pero ya había cumplido su propósito. Zorrilla conocía al detalle los movimientos de Buendía, sus hábitos, sus rutinas. Y decidió ejecutar su plan, al que llamó Operación Noticia para seguir con la retórica propia de su actividad policiaca.

En aplicación del plan, Prado recibió la orden de matar a Buendía. Encargó el asunto a un peculiar agente a sus órdenes. Era Rafael Moro Ávila, nieto del legendario general Maximino Ávila Camacho. A Moro se permitía compartir su labor como agente de la DFS con sus aficiones como actor, en que solía desplegar su habilidad como tripulante de motocicleta. Pero en la Operación Noticia sería el pasajero, no el conductor.

En cumplimiento de sus órdenes, esperó la salida de Buendía y lo siguió hasta casi llegar al ancho portón del estacionamiento donde el periodista guardaba su automóvil. Tenía instrucciones de atacar por la espalda, pues se sabía de la costumbre de la víctima de portar pistola, metida en la parte posterior de la cintura. Se sabía también de sus aptitudes de tirador. Él y Zorrilla se juntaban para practicar tiro en el campo del Estado Mayor Presidencial. Allí convivían con amigos en común, como el capitán retirado Martín Larrañaga, que los acompañaría a comer al día siguiente, pues Zorrilla había preparado esa cita como parte de su coartada.

Moro Ávila se acercó sigiloso a Buendía, y tiró del faldón de la gabardina para dificultar los movimientos del periodista y asegurarse de que no portaba blindaje alguno. Empuñaba una pistola poderosa, una Browning de nueve milímetros, con la que disparó hasta cinco veces. Por instinto defensivo, como si pretendiera usar su propia arma, y por el efecto físico de los disparos, Buendía giró hacia la derecha, por lo que los balazos tuvieron trayectorias diferentes. Lo ultimó uno tan certero como el resto, que le perforó el pulmón. Buendía se desplomó. Moro Ávila caminó un breve trecho, como si nada, y puntual apareció la motocicleta a cuyo asiento trasero subió.

Apenas unos pasos adelante, Bautista quedó pasmado por unos instantes ante el sorprendente ataque. Tomó la pistola de su jefe y corrió en pos del homicida, hacia la esquina de Londres y Havre. Cuando percibió que su gesto era inútil, volvió atrás y comprobó que Buendía estaba muerto. Entró de nuevo al edificio y desde el mezzanine telefoneó a Luis Soto, secretario del periodista. Ante el inminente nacimiento de su primer hijo, Soto había recibido autorización de su jefe para encontrar un segundo empleo. Lo obtuvo en una oficina pública, la Dirección General de Publicaciones de la SEP, cuyo responsable era Miguel López Azuara, que había conocido a Buendía en su etapa inicial de reportero, en Excélsior. Soto pidió a Bautista el número telefónico de Zorrilla, pero tardó en recibirlo porque el ayudante volvió a la oficina para consultar el directorio. Cuando lo tuvo, Soto avisó del suceso al jefe de la policía política, y ambos salieron hacia el lugar de los hechos. López Azuara y Armando López Becerra, su colaborador en la SEP, también acudieron al teatro de los acontecimientos, llevados sobre todo por su infatigable espíritu de reporteros. Miguel, sabedor de mi cercanía con don Manuel, llamó para avisarme. Me enteré de su recado muy tarde. Habíamos tenido una comida y una larga sobremesa con el secretario de Hacienda Jesús Silva Herzog el grupo que planeábamos la salida de La Jornada, en la que nos ocupábamos desde febrero y que consumaríamos en septiembre.

Rafael Barajas, El Fisgón, el gran cartonista que estaba en receso tras nuestra salida de Unomásuno, recibió el recado de Miguel López Azuara y nos lo comunicó apenas llegamos a la oficina de la calle de Durango donde trabajábamos en pos de nuestro objetivo, la publicación de un nuevo diario. Todos los presentes -Carmen Lira, Carlos Payán, Humberto Musacchio y Héctor Aguilar Camín- recibimos con pesar la noticia. Con agobio, yo. Pero todos, aunque los demás lo conocieran menos -salvo Aguilar Camín, que asistía al Ateneo de Angangueo-, teníamos un motivo reciente de agradecimiento a Buendía.

Poco antes de su asesinato me telefoneó para hacerme una entrega que, anunció, me complacería mucho. Así ocurrió, aunque también me dejó perplejo. Era un sobre grande, con un millón de pesos en efectivo. Habíamos convocado al público en general a adquirir acciones para la empresa editora que organizábamos. El dinero no era suyo. Lo enviaba, por su intermedio, un contribuyente que prefería permanecer anónimo. Recibí el dinero pero advertí a don Manuel que no lo aceptaríamos si no podíamos extender sus acciones al generoso aportante. Buendía consultó a su amigo Álvaro González Mariscal, cuya participación en el episodio conocimos por nuestra insistencia. A su nombre fueron tituladas las acciones, llegado el momento, en que también supimos que la remesa provenía de Roberto González Barrera, el próspero industrial del maíz y la tortilla -convertido años después en banquero- y consuegro de Carlos Hank González.

Mucho antes que Luis Soto, y que López Azuara y López Becerra, Zorrilla llegó a Insurgentes y Hamburgo. Puesto que esperaba el aviso de que su orden había sido cumplida, apenas tardó trece o quince minutos. Ya estaban allí algunos de sus hombres, a quienes el director de la Brigada Especial alertó para que se aproximaran a la escena del crimen. Se apoderaron de ella y hasta entraron en conflicto con el agente del Ministerio Público que arribó más tarde. No le permitieron actuar, y aun lo agredieron y amenazaron, como hicieron con los policías judiciales que lo acompañaban. Zorrilla, en cambio, tras comprobar que Buendía estaba muerto (un alma piadosa había cubierto su rostro con una toalla o sábana), ordenó a uno de los hombres esculcar la ropa de la víctima. Obtuvo de su búsqueda algunos papeles que Zorrilla examinó y desechó, por lo que volvieron a la vestimenta del periodista.

Para evitar que atestiguara esos movimientos, Bautista fue urgido por gente de la DFS a recorrer la zona para ver si identificaba al homicida. No lo hizo en ese momento. Sólo contribuyó, con media docena de testigos, al trazo del retrato hablado del asesino. Lo identificaría semanas más tarde cuando lo vio entrar con naturalidad al edificio de la Federal de Seguridad. Es que trabajaba allí. Era el nieto de su abuelo, famoso por la facilidad con que ordenaba matar.

Bautista pudo ver a Moro Ávila porque era forzado a deambular en las inmediaciones de la oficina de Zorrilla. Como testigo principal del asesinato, fue secuestrado durante tres meses a fin de que no pudiera declarar ante el agente del Ministerio Público, que se afanaba en recuperar la averiguación previa que había iniciado la Federal de Seguridad. Sólo una vez en ese lapso habló con Zorrilla, quien a él y a Soto les dio seguridades; que no se preocuparan por asuntos de trabajo, desempleados como quedaron por la pérdida de su jefe. Nada hizo para cumplir esa garantía.

Zorrilla subió al despacho de Buendía como lo habían hecho desde rato atrás varios de sus hombres. Se apoderaron de algunos cartapacios que el periodista había dejado sobre su escritorio, pero a decir de Soto, responsable del abundante y legendario archivo de Buendía, no tocaron una sola pieza de la documentación allí resguardada.

El forcejeo entre la procuraduría y la Federal de Seguridad duró lo necesario para que Zorrilla y su gente, especialmente Juventino Prado, jefe de la Brigada Especial, hicieran desaparecer vestigios que revelaran a quien quisiera indagar de verdad la intervención de la DFS. Finalmente, la procuradora Victoria Adato de Ibarra consiguió que los agentes de la DFS entregaran las piezas -cartuchos, ropa del occiso, el resultado de la necropsia, entre otras, y declaraciones de los testigos presenciales, adobadas conforme a su conveniencia- y pudo formalizar la averiguación previa.

La Policía Judicial, dirigida por un abogado tozudo, José Trinidad Sánchez, empezó entonces un nuevo tramo de la indagación. Habrá tenido instrucciones de no admitir la índole política del asesinato, por lo que orientó sus pesquisas hacia rumbos que no conducirían a ninguna parte. Se concentró en la vida personal de Buendía, para hallar en ella la causa de su asesinato. Interrogó en esa dirección a los amigos y conocidos del periodista. Preguntaba si Buendía tenía amantes, si era homosexual, si tenía deudas pendientes, si habría inferido alguna ofensa que provocara deseos de venganza. Ordenó algunas capturas y en ningún caso pudo consolidar la averiguación como para consignar a los detenidos. Es que mostraba un falso activismo, destinado a no encontrar al culpable, acaso porque sabía quién lo era. La DFS, por su parte, fingía también. Lo hizo igualmente Nazar Haro, contratado por la procuradora Adato para realizar una averiguación paralela. Siguió simulando cuando se le designó sucesor de Trinidad Sánchez. La procuradora simulaba también, presa en su candor por los laberintos de la Policía Judicial y el Ministerio Público. El 19 de septiembre de 1985 el terremoto que fracturó a la ciudad de México hizo que se cayeran, simultánea y estrepitosamente, el edificio donde despachaba y los restos de su prestigio. En el sótano de la procuraduría funcionaban unos peculiares separos, donde agentes judiciales practicaban la extorsión a delincuentes a quienes cobraban cuotas o arrebataban su botín. Los "hospedaban" en cajuelas de patrulla o de coches robados, sobre los cuales cayó el edificio al colapsarse. La procuradora no pudo explicar lo que ocurría, y si bien para no dar satisfacción a la opinión pública que conoció los hechos con asombro e indignación se demoró su despido, al fin se consumó tres meses después, en diciembre, cuando De la Madrid le procuró una salida airosa, al nombrarla ministra de la Suprema Corte.

La sustituyó Renato Sales Gasque, quien anunció que comenzaría desde cero la averiguación previa, que para satisfacción de Zorrilla no había generado ningún resultado. Por esa causa, el director federal de Seguridad se sintió tranquilo y firme en su cargo en los meses posteriores al asesinato de Buendía. Su impunidad lo animó a seguir adelante. Afianzó la relación que había establecido con jefes del narcotráfico como Rafael Caro Quintero, a quien vendió identificaciones de la DFS -charolas, como se les conoce popularmente- firmadas por él mismo y entregadas a cambio de mucho dinero. Dispuso también, asegurado en su cargo porque nada lo amenazaba, el asesinato de su amigo del alma, el abogado José Luis Esqueda, a quien Zorrilla mandó matar en castigo por acercarse a Buendía para confiarle los nexos del director de la policía política con el narcotráfico.

Por decisión espontánea, expresada desde poco después del asesinato, un variopinto grupo de periodistas acicateó inútilmente a las autoridades para hacer que sus investigaciones avanzaran. Formaron un equipo de seguimiento, integrado por Gerardo Arreola, Francisco Cárdenas Cruz, Félix Fuentes, León García Soler, Miguel Ángel Granados Chapa, Rogelio Hernández, Jorge Meléndez y José Reveles, que contó con el impulso del hermano menor de don Manuel, Ángel Buendía, quien voló desde Guadalajara la noche del duelo. Más que lloroso, como suele ocurrir con los deudos cercanos, estaba furioso, indignado. En el sepelio de su hermano, cercano él al féretro en torno del cual hacían guardia la multitud de dolientes, trató de impedir que lo hiciera el presidente De la Madrid. Alzó la mano derecha para detenerlo, pero entre la batahola causada por la presencia presidencial el gesto simbólico se convirtió en un manotazo sobre el pecho del Ejecutivo. A lo largo de los años, a solas o cobijado por los periodistas, con algunos de los cuales estrechó una relación amistosa, se convirtió en una presencia incómoda. Durante ese tiempo, su desesperación ante la falta de resultados lo llevó a concebir varias hipótesis, en que culpaba del crimen a De la Madrid y Bartlett, o a la Central Intelligence Agency (CIA). En su insistencia por obtener resultados, publicó dos libros: Mi testimonio sobre el asesinato de mi hermano Manuel Buendía e Historia de mi vida. Este último fue particularmente útil para conocer cómo transcurrió la infancia y la adolescencia del periodista, cuya vida es contada y explicada a partir del siguiente capítulo, porque hay que comenzar desde el principio.




Notas:

1. Miguel de la Madrid H., Cambio de rumbo, testimonio de una Presidencia, 1982-1988 (con la colaboración de Alejandra Lajous), 1a. ed., FCE (col. Vida y pensamiento de México), México, 2004.

2. Ibid.

3. Juan Bautista, Los primeros teclazos con Buendía, en varios autores, Retratos de Manuel Buendía, 1a. ed. Fundación Manuel Buendía/Consejo Ciudadano del Premio Nacional de Periodismo, A.C./La Jornada, México, 2009.






Enfoque recomienda

Título: Buendía. El primer asesinato de la nacopolítica en México.

Editorial: Grijalbo.

Fecha: México, 2012.

Páginas: 286.



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México: un país 'no libre'

Entrevista Libertad de expresión. David J. Kramer: presidente de Freedom House. Las agresiones a periodistas han aumentado y amenazan al sistema democrático, advierte Freedom House

Octavio Ortega

(7 octubre 2012).- México ha perdido libertad en la publicación de información, alerta David J. Kramer, presidente de Freedom House, una organización internacional que mide las libertades civiles y derechos políticos en más de 195 países.

"México ya llegó a niveles de preocupación, no hay duda. Desde el punto de vista de Freedom House, calificar a México como un país no libre es un esfuerzo para sonar las alarmas y decir que aquí está pasando algo muy grave", alerta.

Freedom House publica dos reportes anuales, uno sobre libertad de prensa y otro sobre libertad de expresión en internet, en ambos México muestra retrocesos.

El informe sobre prensa, presentado en mayo de este año, calificó a México como "No libre", asignándole 62 puntos, donde 0 expresa completa libertad y 100 nula libertad. De 2007 a la fecha la calificación negativa para México creció de 48 puntos a 62.

El reporte sobre libertad de expresión en internet, presentado en septiembre, ubica a México como "Parcialmente libre", con 37 puntos; al igual que el anterior, 100 expresa nula libertad. En este estudio, junto a México se ubican principalmente países de América Latina como Haití, Colombia, Cuba y Venezuela y de África, como Nigeria, Mozambique, Uganda o Zambia.

Según Kramer, aunque México mejore su sistema democrático o su posición económica a nivel mundial, o aumente la disposición de tecnología para la población, no podrá detener la pérdida de libertades si no logra frenar las agresiones a los comunicadores.

"Si vemos el incremento de la violencia que ha tenido México en los últimos años, eso ha tenido un impacto muy negativo en el ejercicio de los derechos civiles y políticos, incluyendo la libertad de expresión. Los periodistas tienen temor de hacer investigaciones sobre el crimen organizado, drogas, corrupción. Crea un ambiente de autocensura muchas veces y tiene un efecto inhibidor", explica.

En su experiencia, la clave es acabar con la impunidad y agilizar los castigos a quienes agreden a periodistas, medios de comunicación y blogueros.

"El gobierno tiene que actuar más rápido porque los perpetradores de estos ataques no están esperando las acciones ni recomendaciones de las comisiones gubernamentales, y si no se acaba la impunidad con consignaciones, detenciones, sentencias y castigos, no hay incentivos para detener este tipo de actividades", detalla.

Kramer menciona a la bloguera y periodista María Elizabeth Macías, jefa de información del periódico Primera Hora, de Nuevo Laredo, quien fue asesinada en septiembre del año pasado por miembros del crimen organizado que dejaron un mensaje junto a su cuerpo señalando que su muerte era en represalia por la información que distribuía sobre el narco.

"En el caso de la bloguera que fue decapitada y su cabeza dejada al lado del teclado es un signo para blogueros, periodistas, el gobierno... y todos en conjunto deben responder", expresa.

Alerta que en casos como éste la sociedad civil y la prensa deben presionar a las autoridades para mostrar a los criminales que estos casos son inaceptables y las autoridades actuar en consecuencia.

Por la urgencia de frenar la impunidad es que Kramer conmina a la Fiscalía para la Atención de Delitos contra Periodistas de la PGR a ser más agresiva.



'Peña debe actuar'

El presidente de Freedom House señala que el PRI no tiene un "buen historial" en materia de protección a los derechos humanos, pero otorga el beneficio de la duda a las políticas anunciadas por el Presidente electo, Enrique Peña Nieto, en materia de libertad y democracia, y sugiere a su equipo combatir de inmediato las agresiones contra la libertad de expresión.

"Si el Presidente entrante pudiera colocar como una de sus tres prioridades la protección a la libertad de prensa y a la libertad de expresión, esto mandaría una señal", refiere.

Con su visita de tres días en México, en la cual realizó reuniones con funcionarios de gobierno y miembros del equipo de transición, Kramer espera que sus llamados sirvan para frenar la pérdida de libertades. Puntualiza y reconoce que ni el cambio de gobierno ni la entrega de informes detienen a los agresores, sólo la acción conjunta entre ciudadanos y autoridades.

"Que un periodista sea asesinado debe ser un tema de profunda preocupación para el gobierno, para la sociedad, pero también para los periodistas. Antes de llegar a México tenía conocimiento de 60 casos de periodistas asesinados desde el 2000, pero al llegar la información llegó a 76; 11 de los cuales sucedieron en este año, para alguien que viene de fuera es una situación terrible", reflexiona.




Conózcalo

David J. Kramer.

Cargo: presidente de Freedom House, desde octubre 2010.

Trayectoria: profesor en la Elliott School for International Affairs, The George Washington University.

Subsecretario de Estado para la Democracia, Derechos Humanos y Trabajo.

Director ejecutivo de la Comisión Consultiva en Estados Unidos Diplomacia Pública.

Subsecretario de Estado adjunto para Asuntos de Europa y Eurasia.




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Voto latino

Análisis Elecciones en Estados Unidos. Es posible que los hispanos no voten, porque no sienten que su decisión se traducirá en mejores condiciones

Hazel Blackmore

(7 octubre 2012).- Especialista en política estadounidense.


Los líderes latinos en Estados Unidos han levantado la voz para destacar el potencial que tiene el grupo en la decisión de quién ocupará la Casa Blanca a finales de enero de 2013. El número de posibles electores hispanos es de alrededor de 23.7 millones (11 por ciento del electorado), y una buena proporción de ellos no sólo vive en estados considerados "campos de batalla" sino también podría identificarse con los candidatos de los partidos demócrata y republicano. De esta manera, hemos visto cómo, en fechas recientes, tanto el presidente Barack Obama como su contendiente, Mitt Romney, han tratado de convencer a los latinos de darles su voto el próximo 6 de noviembre. Algunos analistas creen que es muy tarde, ya sea porque los republicanos han perdido el voto latino con posiciones antiinmigrantes; o bien, porque los demócratas lo perdieron con las promesas incumplidas de Obama. Otros consideran que todavía hay oportunidad de capturar la simpatía de los hispanos, si es que utilizan las estrategias correctas, mandan el mensaje adecuado, y logran que estos votantes participen el mes que entra.

En la elección de 2008 alrededor del 67 por ciento del electorado latino votó por Obama con un incremento de alrededor de 14 por ciento a favor del candidato demócrata a comparación de las preferencias que habían mostrado en el 2004. Ésta fue la mayor ganancia del Partido Demócrata con un grupo en específico, de acuerdo con datos de la National Association of Latino Elected and Appointed Officials. Varias son las razones que pueden explicar este aumento de preferencias por los demócratas dentro del electorado hispano. Una, por ejemplo, es el hecho de que el partido haya tenido a dos miembros de minorías como precandidatos (Clinton, una mujer y Obama, un afroamericano) y que esto haya despertado el interés de la primera minoría del país -los hispanos-. La exitosa campaña de Obama y el sentimiento de movimiento social "de esperanza y cambio" que tuvo a nivel nacional pueden ser otra razón. Una tercera razón puede ser que Obama tuvo la capacidad de atraer a los votantes jóvenes que votaron por primera vez y, entre los votantes latinos, estos son un porcentaje importante (aproximadamente 25) y mayor que el de otros grupos de electores.

Sin embargo, este apoyo mayoritario por el candidato demócrata no es una característica que puede ser atribuida a los hispanos históricamente; tampoco se puede esperar que sea una nueva tendencia. El apoyo del grupo a los republicanos también tiene un récord. California, el estado con más latinos de la unión americana, ha apoyado en varias ocasiones a los candidatos republicanos -Nixon, Reagan y W.H. Bush ganaron el estado por lo menos una vez- y ningún candidato republicano que ha ganado la Presidencia lo ha hecho con menos del 33 por ciento de apoyo de los latinos. La identificación de los hispanos con el partido puede ser amplia, ya que, en general, éstos tienen posiciones más conservadoras en temas como el aborto, el matrimonio y la familia. Además tienden a desconfiar de la autoridad, por lo que prefieren un gobierno pequeño, similar a la posición del Partido Republicano. El presidente Reagan decía que los hispanos son republicanos, sólo que no lo saben.

Cómo atraerlos Ganar el apoyo del grupo supone varias complicaciones. La primera derivada de su pobre participación. En el año 2008 se presentó a votar la mitad de los votantes hispanos y se espera que este año poco más de 11 millones de ellos vayan a las urnas, lo que significa que el porcentaje de participación de la comunidad caerá. Sucede que el interés en las elecciones, que tradicionalmente es bajo en el grupo, este 2012 es todavía menor, al grado de que hay un porcentaje menor de registros que hace dos y cuatro años. Ambos partidos pueden ser culpados de esto: los republicanos han acrecentado la desconfianza y miedo de los hispanos con las posiciones antiinmigrantes que se han adoptado en más de una docena de estados gobernados por el partido. Los demócratas los han decepcionado entre las promesas incumplidas de Obama, el hecho de que el país sigue hundido en una pobre situación económica y por ser la administración con mayor número de deportaciones en la historia del país. En pocas palabras, es posible que los latinos no salgan a votar porque no sienten que su participación se traduce en una mejora de sus condiciones.

Sin embargo, es muy importante hacer notar que satisfacer las necesidades del grupo no es una tarea fácil. Sería iluso pensar que más de 20 millones de hispanos buscan los mismos objetivos de parte de la acción gubernamental, que comparten la misma ideología, que votarán en bloque por el mismo partido y/o candidato, o que sólo les preocupa el tema migratorio. Tener una misma lengua, una cultura compartida y provenir de una región de más de 21 millones de kilómetros cuadrados no se traduce en que la condición actual de todos los miembros del grupo sea la misma. No se puede ofrecer lo mismo a un cubano-americano de Miami que a un mexico-americano de Chicago. Lo que es más, no se puede tratar igual a los hispanos que residen en un mismo estado o ciudad -un portorriqueño y un poblano en Nueva York seguramente tienen diferentes prioridades-. Por lo tanto, también en el trato del electorado hispano aplica la máxima de que toda la política es local.

Igualmente, y como para la mayoría del electorado estadounidense, esta elección es sobre la economía para los hispanos. Es más, según una encuesta del Pew Hispanic Center, los latinos fueron el grupo más afectado por la crisis económica: el 59 por ciento dice personalmente o que alguien de su familia ha estado desempleado en el último año; el 75 por ciento considera estar en condiciones financieras "medianamente llevaderas" o "malas"; el 49 por ciento tuvo que cancelar o demorar una compra importante (como un automóvil); y el 25 por ciento de los dueños de una casa dijo no poder cumplir con los pagos de la hipoteca. Sin embargo, el grado de la afectación varía y las preferencias sobre la manera en que el gobierno debe de resolver la crisis son muy variadas entre los hispanos. Habrá comunidades interesadas por recibir mayores oportunidades de empleo, educación y servicios. Hay otro grupo, los pequeños y medianos empresarios, que no están conformes con una reforma de salud que les "imponga" el peso de cubrir el seguro de gastos médicos de sus empleados. Los candidatos tendrán que demostrarles que tienen el mejor plan económico.

El voto de los latinos en la elección de este noviembre del 2012 parece estar más del lado del presidente Obama, pero este apoyo no es un apoyo de total convicción, puede ser un voto de castigo a los republicanos. Los hispanos, tan diversos como puedan ser, comparten el malestar de políticas que los etiquetan como criminales y les atropellan los derechos por su origen cultural, independientemente de su calidad migratoria o su aportación y compromiso hacia Estados Unidos.

Jugar a los números con los votantes latinos no es fácil, además, porque la mayoría se encuentra concentrada en California y Texas, estados que no tienen relevancia en la competencia actual por los votos del colegio electoral. En los estados "campos de batalla" los hispanos son menos, pero suficientes para hacer la diferencia. Obama se podría ver beneficiado en Colorado, Arizona y Florida con una mayor participación de latinos que votaran a su favor, ya que el bajo porcentaje de hispanos en Iowa y Wisconsin hace improductivos los esfuerzos en esos estados. Sin embargo, lograr este objetivo significa cambiar las estrategias de campaña. Este potencial electorado requiere de atención para recuperar la confianza. Para Romney es un camino cuesta arriba, el grupo está muy ofendido. Obama podría utilizar su experiencia como organizador comunitario y hacer una campaña desde las bases (grass-roots). Desafortunadamente, este tipo de campaña requiere tiempo y dinero, y ambos recursos escasean a 30 días de la elección.


hazelbsf@prodigy.net.mx


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Venezuela en la encrucijada

Análisis Chávez se juega el futuro. Dos fuerzas actúan como propulsoras del cambio: una población cada vez más movilizada y un Estado incompetente. Ante ese poder avasallante, al menos la mitad del país reacciona hoy luchando contra el miedo, insistiendo en que está en juego la democracia

Ramón Piñango

(7 octubre 2012).- Sociólogo y profesor titular del Instituto de Estudios Superiores de Administración, con sede en Venezuela.


CARACAS.- Las elecciones de hoy constituyen para los venezolanos un momento crucial que plantea dos opciones: continuar con el gobierno de Hugo Chávez o desplazar del poder a quien ha gobernado al país por casi 14 años. Para el chavismo hay que ganar las elecciones para continuar la revolución socialista y antiimperialista; una revolución que, según sus defensores, ha acercado el gobierno al pueblo y ha mermado el poder a la burguesía y las fuerzas del imperialismo. La oposición percibe en las elecciones de hoy la ocasión institucional para terminar con la hegemonía del chavismo, asegurar al menos las libertades propias de una democracia, lograr un mínimo de eficacia administrativa y controlar la corrupción.

Perder estas elecciones significaría para el chavismo perder 14años de lucha. Derrota de la revolución por el voto de la mayorías: nada peor le puede ocurrir a una revolución. Para el antichavismo, ganar las elecciones es también un asunto vital: la ocasión para sacudirse frustraciones, amenazas y una incompetencia que ha traído, entre otras cosas, alta inflación, escasez de vivienda, deterioro de la infraestructura de servicios, fallas constantes de la energía eléctrica y, lo más alarmante para muchos, el número de homicidios se ha más que cuadruplicado en los últimos 10 años.

La polarización política que vive Venezuela es delicada, porque una de las partes en pugna está en el gobierno, controlando de manera absoluta todos los poderes públicos, con una fuerte hegemonía de medios de comunicación masiva como la radio y la televisión, y un marcado corte militarista en sus conductas y sus símbolos. Gracias a ese control, no ha habido ni una sola decisión que haya contradicho la voluntad o el parecer del Presidente. Ante ese poder avasallante, al menos la mitad del país reacciona hoy luchando contra el miedo, insistiendo en que está en juego la democracia, rechazando amenazas, recurriendo a las armas de los argumentos jurídicos, en el caso de los más serenos y ponderados. Los más exaltados recurren a la burla y el desprecio hacia las figuras más destacadas del régimen. A todas estas, el liderazgo opositor se ha centrado en darle sentido a argumentos y emociones para trazar una línea unitaria de acción.

Los retos Sea cual fuere el triunfador en las elecciones, en Venezuela se inició ya un proceso de cambio político y social importante que se profundizará en el futuro cercano. Dos fuerzas actúan como propulsoras de ese cambio: una población cada vez más movilizada y respondona, y un Estado de una enorme incompetencia para atender las necesidades de la población.

La movilización de la población en la última década ha sido, en buena parte, consecuencia de la retórica y las acciones de los gobiernos de Hugo Chávez. Pero, curiosamente, esa movilización le ha tendido una trampa al chavismo por su incapacidad administrativa y política para atender expectativas y aspiraciones populares, alimentadas por la retórica y las acciones revolucionarias. El mismo líder de la revolución lo reconoce cuando, al menos en un par de oportunidades, ha llegado a decir a sus seguidores que no importan problemas como las fallas en la electricidad o el mal estado de las vías públicas sino que gane él para salvar a la patria. Por su parte, el discurso electoral de Henrique Capriles ha exacerbado aún más las expectativas de la gente, al señalar el incumplimiento de lo prometido y el agravamiento de los problemas, al mismo tiempo que ha añadido nuevas promesas. Todo esto contribuye a hacer más difícil que las aspiraciones se posterguen o que las expectativas se ajusten. La gente no va a moderarse porque continúe Chávez gobernando o porque Capriles llegue al poder.

Para atender las necesidades del país es preciso mejorar significativamente el aparato administrativo del Estado: hacerlo más eficiente y al mismo tiempo más sensible a las necesidades y exigencias de la población. Ello implica, entre otras cosas, explorar nuevas opciones en la manera de seleccionar prioridades, formular proyectos y hacerles seguimiento. Las racionalizaciones del tipo "la población no entiende las virtudes de tal política", "la gente es muy impaciente", "el pueblo no tiene visión de largo plazo" pueden agravar las cosas, gobierne quien gobierne. Racionalizaciones de esa naturaleza han sido fatales en Venezuela antes del chavismo y durante el chavismo.

Los problemas de Venezuela son inmensos, complejos y diversos. Incluyen asuntos tan diferentes como, por ejemplo, las fallas de electricidad, el déficit de viviendas y la ineficiencia de la industria petrolera, la maltrecha gallina de los huevos de oro. Sin descentralización del aparato administrativo del Estado y sin el concurso de una vasta variedad de instituciones, tanto públicas como privadas, como universidades, organizaciones sin fines de lucro, empresas, gremios y sindicatos, el país no va a ir a ningún lado.

Chávez se ha esforzado para convencer al país de que un nuevo gobierno suyo sería incluyente y eficiente. El candidato de la oposición ha logrado durante su campaña la convergencia de una amplísima variedad de personas, grupos, partidos, organizaciones y actores que nunca antes había ocurrido. Definitivamente, eso favorecerá su gestión si logra transformarla en una coalición, explícita o implícita, para atender los problemas más graves y difíciles. Un claro ejemplo es la inseguridad personal.

La inseguridad la sufren todos los sectores sociales, pero los pobres son quienes más la padecen; ellos ponen gran parte de los muertos. Son tan complejas las causas de la inseguridad personal -narcotráfico, pobreza, desintegración familiar, desempleo, fallas de la educación, ausencia policial, corrupción de los cuerpos de seguridad- que sin una amplia acción colectiva difícilmente puede ser enfrentada. La inseguridad se ha convertido progresivamente en un asunto de la mayor relevancia política, porque la población exige una respuesta inmediata del Estado y porque éste es parte importante del problema. No es cualquier cosa que internacionalmente se haya señalado a entes públicos venezolanos como parte del sistema de tráfico de drogas. Hacer algo al respecto requiere un amplio apoyo social y político, sin el cual se vulneraría la misma estabilidad institucional.

Gobernar controlando todos los poderes debería ser fácil. Por eso es paradójico que al gobierno de Chávez se le haya hecho tan difícil tener una gestión relativamente eficaz. A Capriles le correspondería iniciar su gobierno con los otros poderes en contra. Es más, de llegar al poder tendría al chavismo en la oposición. De Chávez continuar en el gobierno, el chavismo tendría a la mitad del país en contra. Y algo agravaría seriamente su situación: la precaria salud del presidente.



La prueba del ácido

La historia de las naciones la hacen los procesos sociales. El liderazgo trata de cabalgarlos para orientarlos. Que lo logre depende, en buena parte, de su capacidad para pasar "la prueba del ácido", la cual se puede concretar en una pregunta: ¿qué pasa con el grupo cuando el líder ya no está? En otras palabras, ¿dejó el líder un grupo sólido, capaz de hacer las cosas de manera cada vez mejor o, por el contrario, su ausencia dejó un inmenso vacío? En tal sentido, podemos preguntarnos si un nuevo gobierno de Hugo Chávez dependerá más de un equipo que de una persona. ¿Formó él ese equipo? ¿Está su gente dispuesta a abrirse al país para responder a sus necesidades? De igual manera, con respecto a Capriles, podemos preguntarnos si será capaz de formar un grupo para gobernar, tan sólido que estaría en capacidad de operar sin su presencia. Capriles dice que gobernará con un equipo. De ser así la interrogante es: ¿podrá ese equipo desarrollar su capacidad para aprender de la experiencia, sin encerrarse en un pequeño mundo, como tantas veces ha ocurrido en Venezuela?

Si en ambos casos la respuesta es positiva tendremos un país mucho mejor, menos dependiente de los liderazgos mesiánicos.

Twitter: @rapinango


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La cultura política





(7 octubre 2012).- Téngalo presente

Foro de la democracia latinoamericana. Jesús Silva-Herzog Márquez, José Woldenberg, Lorenzo Meyer, Federico Reyes Heroles, Soledad Loaeza, Luis Videgaray, Roberto Campa, Lorenzo Córdova, María Marván, entre otros. Inicia miércoles 10, 9:30 hrs. El Colegio de México. Inf: http://bit.ly/QJdrho


Cine

Ambulante: ciclo Ideas migratorias y estrategias documentales. Proyecciones y charlas en torno a los flujos migratorios y el papel que juegan en la convivencia diaria. Domingo 7 a domingo 21. Cine Tonalá y Museo Memoria y Tolerancia. Inf: http://bit.ly/PeLNr6


Conferencias

Más allá de las leyes: Retos jurídicos y sociales ante el feminicidio. Lucía Melgar. Jueves 11, 16:00 hrs. Museo Memoria y Tolerancia. Informes: 5130 5555, ext. 4204.


¿Quién gobierna en América del Norte?: élites, redes y organizaciones. Alejandra Salas-Porras y Matilde Luna. Jueves 11, 18:00 hrs. Casa de las Humanidades. Presidente Carranza 162, Coyoacán. Informes: 5554 8462.


Un nuevo fantasma recorre los pasillos de la justicia: los DH y los tribunales locales. Daniel Vázquez. Lunes 8, 16:00 hrs. Flacso. Carretera al Ajusco 377. Informes: 3000 0200.


Foros

La regulación de la publicidad gubernamental. Purificación Carpinteyro, Raúl Trejo, Porfirio Toledo, Carlos Padilla y Gerson Hernández. Lunes 8, 16:00 hrs. FCPyS UNAM. CU.


Libros

Genómica y bioeconomía. Ventana de oportunidad para el crecimiento económico de México de varios autores. Colmex/ El Colegio Nacional. Investigadores ilustran cómo China, India y Brasil reorientaron sus estrategias de desarrollo hacia la ciencia y la tecnología.

Historia mínima de la transición democrática en México de José Woldenberg. Colmex. El autor plantea que México vivió una auténtica transición democrática entre 1977 y 1997, cuando fue desmontado un régimen autoritario de gobierno.


Mitos y mentadas de la economía mexicana. Por qué crece poco un país hecho a la medida del paladar norteamericano de Jacques Rogozinski. Debate. El autor cuestiona el comportamiento económico de México, por la aplicar ideas sin evaluar insumos, posibilidades ni capacidades propias.


Mesas redonda

María en tierra de nadie de Marcela Zamora. Alejandro Solalinde, Mario Bronfmann, Elena Fortes, Fabián Sánchez y la directora Miércoles 10, 18:30 hrs. Museo Memoria y Tolerancia. Informes: 5130 5555, ext. 4204.


Presentaciones

Culpables conocidos, víctimas ignoradas: tortura y malos tratos en México. Amnistía Internacional. Jueves 11, 11:00 hrs. Museo Franz Mayer. Hidalgo 45, Centro Histórico. Informes: 5687 6010, ext. 106.


Revistas

Letras libres. No. 166. Análisis de las elección presidencial estadounidense. León Wieseltier, Simon Rosenberg y Jordan Fabian.

Voz y voto. No. 236. Humberto Musacchio analiza al PRD tras la salida de Andrés Manuel López Obrador. Maricarmen Alanís destaca aspectos de la sentencia de validez de la elección del TEPJF.

Seminarios
Desafíos de la rendición de cuentas en América Latina. Catalina Botero, Pablo Olmedo, Jonathan Fox, Marcus Melo, Mauricio Merino, Sergio López-Ayllón, entre otros. Lunes 8 y martes 9, 9:00 hrs. Hotel Royal Pedregal. Periférico Sur 4363. Informes: 4630 7615, ext. 105.

La reforma laboral: alcances y límites coordinado por Alfredo Sánchez. Lunes 8, 17:00 hrs. IIJ UNAM. Informes: 5622 7474.

Los desafíos de la pobreza para la nueva administración federal 2012-2018. Tonatiuh Guillén, Gabriela Grijalva, Agustín Escobar, Enrique Cabrero, entre otros. Martes 9, 10:00 hrs. Colmex. Informes: 5449 3000.

La tercera misión de las universidades, una perspectiva desde la generación de patentes. Guadalupe Calderón. Martes 9, 17:00 hrs. IISUNAM. Ciudad Universitaria.Informes: iis.unam.mx


Nuevos Cronistas de Indias 2 Martín Caparrós, Cristian Alarcón, Mónica González, Jon Lee Anderson, Roberto Zamarripa, Julio Villanueva Chang, Alberto Salcedo Ramos, Juan Pablo Meneses, Juan Villoro, Daniel Jaramillo Agudelo, entre otros. Inicia miércoles 10, 18:00 hrs. Museo de Antropología e Historia. Informes: www.fnpi.org



Presentación

La noche de las publivívoras

Por segundo año consecutivo los anuncios publicitarios más machistas y más violentos contra las mujeres recibirán un "antipremio" en La noche de las publivívoras. Después de meses de monitoreo con la ayuda de la sociedad civil a través de las redes sociales de internet, el Observatorio de violencia de género de La cabaretiza seleccionó las campañas que destacan por su misoginia. Están listas las ternas de las 11 categorías que abarcan desde anuncios dirigidos al público infantil -"Ni aprendemos ni jugamos"- hasta la que "premia" a las marcas destacadas en varias campañas por su carga misógina: "Vales mil, nunca cambies".

Domingo 14, 19 hrs. Teatro de la Ciudad. Entrada libre.


- La nota íntegra puede consultarse en el portal de "Enfoque".




Si desea difundir alguna actividad de cultura política, comuníquese al 5628 7245. Correo electrónico: enfoque@reforma.com




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