Carmen Lila Romero / Luis Alberto García
Sucesos y Sucedidos
SÍNTESIS
PERIODÍSTICA ®
Domingo 07 de octubre de 2012
SUPLEMENTO
DOMINICAL “ENFOQUE” DEL REFORMA
Colaborador Invitado / Manual para entender al
#YoSoy132
Es un concepto que permanece abierto para que cada
quien lo interiorice a la imagen y semejanza de sus expectativas o creencias
Colaborador Invitado
(7 octubre 2012).- Antonio Attolini Murra
Vocero de la asamblea local del ITAM del movimiento
#YoSoy132.
El movimiento #YoSoy132 ha logrado a lo largo de
cinco meses de existencia aciertos dentro de los cuales destacan: la renovación
de la manera de hacer protesta pública (proyecciones y performances); la
nivelación de tú a tú de la sociedad civil y las instituciones (#debate132); la
articulación y consolidación de una red de Asambleas Locales de estudiantes
que, por primera vez en mucho tiempo, proponen, discuten y evalúan ideas
relacionadas al mejoramiento de nuestra frágil democracia (Asamblea General
Interuniversitaria) y todas las demás que cada comunidad tenga en su propio
baúl de recuerdos.
Ahora bien, para realmente entender al #YoSoy132 es
necesario primero, reconocer el sentimiento de indignación que le dio vida (los
131 estudiantes de la Ibero que replicaron al poder autoritario que los
descartó y subestimó) y luego, reconocer cómo éste se ha vuelto uno de los
catalizadores para la protesta y la movilización, tanto de individuos como de
colectivos, más importantes de los últimos años. Es decir, antes de que hubiera
asambleas, comisiones, vocerías y comunicados oficiales ya existía un grupo de
estudiantes de distintas universidades que, en nombre de una idea, salieron a
las calles en una serie de protestas frente a Televisa San Ángel y Televisa
Chapultepec y ésa es la esencia del #YoSoy132.
Sin embargo, entender al movimiento ha resultado
muy complicado para los medios de comunicación. Esto se debe a que, si bien el
#YoSoy132 posteriormente desarrolló una organización formal (las Asambleas
Locales), un máximo órgano de deliberación (la Asamblea General
Interuniversitaria) y una Declaración de Principios, no es cierto que todo
aquel que invoque el nombre del #YoSoy132 goza del aval por parte de alguna de
estas organizaciones. Y eso está bien. Comparando la capacidad que el #YoSoy132
tiene para motivar e inspirar a tantas distintas personas en el país y en el
mundo, la organización formal resultaría insuficiente para poder coordinar
todas las acciones de todos los individuos que han decidido movilizarse en
nombre de este concepto. Es importante señalar también que la naturaleza
caleidoscópica y profundamente heterogénea de una sociedad como la mexicana,
vuelve aún más difícil analizarlo desde las coordenadas tradicionales.
El #YoSoy132 no es una asociación civil ni un
partido político, pero tampoco es un movimiento social en donde desde el nombre
se establezca claramente cuál es el sentido primario de la movilización
(ejemplo, "Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad"). El
#YoSoy132 es un concepto que permanece abierto para que cada quien lo
interiorice a la imagen y semejanza de sus propias expectativas, creencias,
escalas de valores, etcétera. Por ejemplo, #YoSoy132Frankfurt nunca ha puesto
un pie en la Asamblea General Interuniversitaria y es tan #YoSoy132 como
cualquier otro y toma las acciones y las medidas que ellos consideren
pertinentes de acuerdo al contexto político que los rodea. La idea política es
lo que trasciende.
La protesta no requiere de un proceso formal de
certificación, afiliación e identificación. Para ser miembro del #YoSoy132
tampoco. Quien quiera combinar estos dos elementos -protestar y usar el nombre
del #YoSoy132 para recibir visibilidad-, bien puede hacerlo sin que eso
represente una contradicción inherente o una señal de desorganización de
quienes sí estamos incorporados a las estructuras formales. La Declaración de
Principios, en última instancia, es la que acota y delinea las directrices de
lo que es ser #YoSoy132.
El problema está en considerar a la sociedad -y
particularmente a los estudiantes universitarios- como un conjunto homogéneo de
aspiraciones y deseos. La realidad es otra completamente distinta y se arroja
en contra de estas categorías tan reducidas. Parece ser entonces que ciertos
medios de comunicación no están dispuestos a renunciar a ellas y continúan
utilizándolas para analizar al #YoSoy132. Los oxidados comentócratas de los
medios de comunicación utilizan discursos totalizantes y maniqueos sin ver más
allá de lo evidente. El #YoSoy132 ha logrado revelar realidades sociales que
por mucho tiempo habían permanecido ocultas pero que ahora logran visibilizarse
gracias a que existe un concepto que las sostiene y les da relevancia. Son
muchas y todas muy complicadas. Y eso hay que tenerlo en cuenta siempre que se
emita un juicio sobre el fenómeno de lo social y en particular sobre el
#YoSoy132.
Twitter: @AntonioAttolini
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Primera víctima de la narcopolítica
Novedad editorial Manuel Buendía. Zorrilla conocía
al detalle los movimientos de Buendía, sus hábitos, sus rutinas. Y decidió
ejecutar su plan, al que llamó Operación Noticia para seguir con la retórica
propia de su actividad policiaca
Miguel Ángel Granados Chapa
(7 octubre 2012).- En su última Plaza Pública,
publicada el viernes 14 de octubre de 2011, Granados Chapa se despidió de sus
lectores con una frase: "esta es la última vez en que nos encontramos. Con
esa convicción digo adiós". Pero entonces trabajaba afanosamente en la
escritura de un libro sobre el periodista Manuel Buendía, que dejó inconcluso.
Gracias al trabajo de su hijo Tomás Granados Salinas, del periodista Tomás
Tenorio y sus editores, es posible un encuentro más entre Granados Chapa y los
lectores, justo al cumplirse un año de su muerte. Con la autorización de la
Editorial Grijalbo, se reproduce a continuación el primer capítulo de la obra.
La noche del 30 de mayo de 1984 José Antonio
Zorrilla parecía haber cometido el crimen perfecto. Presidía el funeral de su
víctima, Manuel Buendía, y se le había confiado la investigación del asesinato,
perpetrado apenas horas antes por agentes a sus órdenes.
Agobiada por la cruenta y súbita desaparición de su
esposo, su compañero durante treinta años, doña Dolores Ábalos no tenía ánimo
para recibir las condolencias de las decenas, cientos quizá, de personas que
desfilaban por la capilla ardiente, en Gayosso de Félix Cuevas, adonde Zorrilla
dispuso que se velara el cadáver del periodista de quien se reputaba amigo.
Habló primero con José Manuel, el mayor de los hijos de Buendía, quien
transmitió a doña Dolores la noticia de que su padre había sufrido un percance.
Cuando llegaron al despacho, ya había sido levantado el cuerpo, y Zorrilla les
dio la terrible noticia.
Ante el azoro de la viuda, el director federal de
Seguridad, jefe de la policía política del gobierno federal, organizó las
exequias de Buendía, con gastos a cargo de su oficina. Dispuso que se le velara
en la sede sur de la principal agencia funeraria de la ciudad, aunque se
hallara a gran distancia del domicilio del finado, pues la escenografía que
había montado requería de amplios espacios, donde circulara el gentío que debía
verlo presidiendo el sepelio como si fuera el deudo principal. Con aguzado
sentido teatral, deambulaba entre los dolientes, recibía el pésame y se
gloriaba de su amistad con quien allí era velado. Vestía una gabardina azul,
semejante a la que Buendía llevaba puesta horas antes, cuando lo alcanzaron las
balas de un agente subordinado suyo. Dispuso también que el entierro ocurriera
en Jardines del Recuerdo, en Tlalnepantla, y que fuera único orador al pie de
la tumba el periodista León García Soler, ajeno por supuesto a la intriga con
que Zorrilla se protegía a sí mismo.
Hacerse tan visible tenía el propósito no sólo de
mostrar su pesar, para que nadie imaginara que él mismo lo había causado, sino
también de provocar que al recibir en la agencia funeraria al presidente Miguel
de la Madrid, su jefe en última instancia, le fuera confiada la indagación del
crimen, a pesar de que la Dirección Federal de Seguridad (DFS) careciera de
atribuciones legales para hacerlo. Cuando De la Madrid quiso, al dar esa
instrucción en público, mostrar su interés por el pronto hallazgo de los
homicidas de Buendía, bendijo los hechos que Zorrilla había construido y los
que siguieron inmediatamente después. Supliendo al Ministerio Público,
atolondrado y miedoso, la policía política se apoderó de la escena del crimen y
dio los primeros pasos de una averiguación que correspondía a la Procuraduría
de Justicia del Distrito Federal. Así, la DFS realizó una contrapesquisa, pues
eliminó indicios que condujeran a la verdad y erigió obstáculos que sólo al
paso de muchos años pudieron ser removidos.
De la Madrid se enredó con el caso, no sabemos si
entonces o años después, cuando dictó sus memorias a Alejandra Lajous. La
procuradora Victoria Adato de Ibarra era su amiga personal (porque él lo había
sido de su extinto marido, Manuel Ibarra), y el presidente escuchaba sus quejas
sobre la intervención de Zorrilla y su versión sobre los móviles del crimen. De
la Madrid incurría por eso en oscilaciones del ánimo, que dejó traslucir cuando
publicó su libro Cambio de rumbo. Por un lado, esquivó abordar el tema en el
apartado correspondiente a mayo de 1984. Luego, sin considerar que había
encargado la indagación a la policía política, juzgó desdeñosamente que se
trataba de un crimen cuyas motivaciones eran personales, no políticas.
Escribió, ya avanzado junio, que la "tragedia" de Buendía
fue interpretada por todos, sin mayor
cuestionamiento, como un hecho político. Los directores y el personal de los
periódicos lo calificaron como un atentado al periodismo nacional y a la libertad
de expresión. Los periodistas asumieron que su integridad física y moral estaba
en peligro e hicieron cundir una sensación de temor e incertidumbre ante el
futuro.
Al día siguiente del asesinato, un grupo conocido
de periodistas formó un comité para vigilar que se llevara a cabo el
esclarecimiento pleno del asunto. El primero de junio, la CTM demandó la
expulsión del país de los agentes de la CIA y la aplicación rigurosa de la ley
a los terroristas de la ultra-derecha, a los que atribuyó el homicidio de
Buendía como parte de una estrategia para desestabilizar al país.
Respecto a Buendía, existe ahora la duda de que
haya sido un profesional quien lo asesinó. La forma en que lo mataron, el lugar
y la hora llevan a la policía a sostener la hipótesis de que seguramente fue un
resentido por una ofensa directa. Sus argumentos suenan lógicos. La policía
señala que un asesino profesional siempre tira a la cabeza, en tanto que
Buendía recibió tres balazos en el cuerpo; que un profesional tira desde una
distancia mayor de la que se le disparó a Buendía, pues ello implica menor
riesgo de ser visto o detenido; que busca un lugar más aislado y no un
estacionamiento a las seis y media de la tarde o, en todo caso, usa
silenciador.
En fin, con esta nueva hipótesis (nueva en junio de
1984, aclaro) parece difícil que pueda hallarse al asesino de Buendía, pues el
panorama sobre las posibilidades de quién pudo haberlo asesinado se abre aún
más. La ofensa directa que supone la policía pudo haber sido de tipo político,
ideológico, religioso o privado. Por ahora, ya se han hecho exámenes
exhaustivos de sus columnas para conocer a sus enemigos. Entre ellos se
encuentran la CIA, los petroleros, el Opus Dei, los "tecos"; en fin,
son tantos grupos y tantas posibilidades, que no veo fácil que la policía pueda
encontrar al culpable.1
De la Madrid no tuvo más remedio que admitir, en
una nota a pie de página redactada cuando ya no estaba en la presidencia:
Éste (el autor intelectual) resultó ser el
licenciado José Antonio Pérez Zorrilla [sic], quien fungía, en el momento del
crimen, como titular de la Dirección Federal de Seguridad. Al parecer, Pérez
Zorrilla (sic) había observado que las investigaciones que realizaba Buendía
sobre el narcotráfico lo estaban alcanzando. Pérez Zorrilla (sic) fue sujeto de
juicio y, a la fecha de publicación de este libro (marzo de 2004), permanece en
la cárcel.2 El ex presidente habla del asunto como algo ajeno, sin tener
presente que él mismo encargó a "Pérez Zorrilla", como le llama, que
investigara el homicidio. En función de ese encargo se legitimó el protagonismo
que adoptó Zorrilla, quien se apersonó en el lugar del crimen pocos minutos
después de que Buendía había sido atacado por uno de sus subalternos, bajo la
protección de otros que deambulaban en la escena de los hechos. Zorrilla pudo
llegar prontísimo porque sabía del asesinato y sólo esperaba el aviso de su
consumación.
Hasta las seis y media de la tarde, cuando fue
baleado por la espalda, ese miércoles había sido una jornada normal en la
intensa vida del periodista más influyente de México. La inició temprano por la
mañana, cuando salió de su casa en la calle Cienfuegos de la colonia
Lindavista, en el norte de la ciudad de México. Solía desahogar en el desayuno,
la comida y la cena compromisos profesionales que lo proveían de información o
elementos para construir su criterio respecto de asuntos sobre los que
escribiría, o reunirse con amigos por el solo gusto de cultivar fructíferas
relaciones personales.
Yo mismo había compartido el desayuno con él apenas
dos días antes de que lo mataran. Nos reunimos en Sanborns, en la esquina de
Hamburgo y Niza, no lejos de su oficina. No me atrevería a decir que don Manuel
anticipaba lo que le ocurriría, pero advertí en su conducta una suerte de resignación
ante lo inevitable. A diferencia de su actitud de alerta permanente, esa vez se
sentó de espaldas a la puerta. Hasta ese momento ejercía, como una segunda
naturaleza, una sostenida vigilancia de su entorno. Distaba mucho de la
paranoia, pero al salir de un espacio cerrado se detenía por instantes en la
puerta para cerciorarse de que podía seguir su camino. En los recintos
cerrados, invariablemente ocupaba un lugar desde el cual dominaba el panorama.
Esta vez desdeñó hacerlo, y no le importó sentarse de espaldas al resto de la
concurrencia. No hablamos sobre el asunto, a pesar de que lo percibí de
inmediato, y nos despedimos normalmente, en espera de un próximo encuentro,
como los muchos que sostuvimos a lo largo de veinte años de amistad y relación profesional.
Ese 30 de mayo, tras su reunión matutina, llegó a
su despacho y dio los toques finales al borrador de la columna que enviaría esa
mañana a Excélsior, el diario capitalino donde publicaba desde seis años atrás,
y a la Agencia Mexicana de Información, que distribuía su trabajo a más de una
veintena de diarios de los estados. Se refería a una sociedad anónima creada
por los más ricos empresarios de México, que de esa manera se preparaban para
adquirir algunas de las empresas más productivas que el gobierno se disponía a
vender para cumplir los planes de austeridad dictados por el Fondo Monetario
Internacional.
Concluida la tarea cotidiana se dirigió a la
cancillería, situada todavía en Tlatelolco. Estaba invitado a comer con el
subsecretario Víctor Flores Olea (con quien guardaba cordial relación desde que
el diplomático dirigía la escuela universitaria donde Buendía enseñaba). Los
acompañaron Jorge Montaño, entonces director de Asuntos Multilaterales en la
SRE y años después embajador en Washington, y José Carreño Carlón, que era
diputado federal y antes había sido periodista en El Día, del que salió
abruptamente por un enfrentamiento con el director Enrique Ramírez y Ramírez.
Buendía volvió a su oficina poco después de las
cinco de la tarde, trabajó en la preparación de próximas columnas -solía tener
varios borradores en curso, antes de dar forma definitiva al que enviaría para
su publicación-. Cerca de las seis y media de la tarde se dispuso a salir.
Coincidió en ese propósito con Juan Manuel Bautista Ortiz, uno de sus dos
ayudantes, quien debía hacer fotocopias de documentos. Puesto que la oficina se
quedaba sola, su joven ex alumno esperó a cerrar, y luego bajó la escalera
detrás de Buendía. El elevador estaba descompuesto.
Bautista había estudiado con don Manuel en la
universidad en 1982 y 1983. En este último año se incorporó al reducido
personal de la "Mexican Intelligence Agency". A pesar de que ya había
concluido sus estudios formales en Ciencias Políticas, empezó desde abajo. Pero
el aprendizaje que le estaba permitido por trabajar a la vera de Buendía
justificaba su penosa iniciación en el oficio. Años más tarde recordaría la
impresión que le causó como maestro:
De trato afable, escrupuloso, lenguaje fino y
preciso, Buendía sometía a sus posibles alumnos de séptimo semestre de la
Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, a un examen general de
conocimientos. Ya en clases, combinaba la teoría con ejercicios periodísticos:
crónicas urbanas, entrevistas a los personajes de la colonia, artículos sobre
un tema de interés nacional, la nota de la semana, reportajes, hasta llegar a
las prácticas profesionales. 3
José Antonio Zorrilla también trabajaba a esa hora,
en su oficina del tenebroso edificio de la DFS situado en Plaza de la República,
entre Lafragua e Ignacio Ramírez; es decir, en el flanco sur de la plaza en
cuyo centro se alza el Monumento a la Revolución. Había confiado a Juventino
Prado, uno de sus comandantes más cercanos, jefe de la Brigada Especial, su
propósito de quitar de en medio a Buendía. Una cuestión previa era conocer con
precisión su rutina. Para el efecto, Zorrilla creó una situación tensa en torno
a su amigo periodista, a quien impuso una escolta en la primera quincena de
mayo. Buendía sentía de tanto en tanto que crecían sus riesgos por los asuntos
que abordaba, por los personajes a los que juzgaba. Por añadidura, al final de
ese mayo se le imputaba un acto con el que no tenía que ver. El periodista Jack
Anderson publicó en su columna de The Washington Post un informe sobre el
presidente De la Madrid. Éste habría depositado en un banco suizo una gruesa
suma de dinero. Los malquerientes de Buendía, a quienes De la Madrid prestaba
oídos, dijeron que el informe de Anderson le había sido enviado por Buendía,
que no encontró la ocasión propicia para ventilarlo él mismo en la Red Privada.
Buendía resistió la imposición de una escolta pero
Zorrilla venció su reticencia. No duró mucho la custodia, que era en realidad
vigilancia. La presencia de una guardia a las afueras de su casa incomodó a la
señora Buendía tanto como al periodista perturbaba "traer cola", como
se decía en la jerga policiaca al hecho de ser observado permanentemente. El
ejercicio terminó poco antes del 30 de mayo, pero ya había cumplido su propósito.
Zorrilla conocía al detalle los movimientos de Buendía, sus hábitos, sus
rutinas. Y decidió ejecutar su plan, al que llamó Operación Noticia para seguir
con la retórica propia de su actividad policiaca.
En aplicación del plan, Prado recibió la orden de
matar a Buendía. Encargó el asunto a un peculiar agente a sus órdenes. Era
Rafael Moro Ávila, nieto del legendario general Maximino Ávila Camacho. A Moro
se permitía compartir su labor como agente de la DFS con sus aficiones como
actor, en que solía desplegar su habilidad como tripulante de motocicleta. Pero
en la Operación Noticia sería el pasajero, no el conductor.
En cumplimiento de sus órdenes, esperó la salida de
Buendía y lo siguió hasta casi llegar al ancho portón del estacionamiento donde
el periodista guardaba su automóvil. Tenía instrucciones de atacar por la
espalda, pues se sabía de la costumbre de la víctima de portar pistola, metida
en la parte posterior de la cintura. Se sabía también de sus aptitudes de
tirador. Él y Zorrilla se juntaban para practicar tiro en el campo del Estado
Mayor Presidencial. Allí convivían con amigos en común, como el capitán
retirado Martín Larrañaga, que los acompañaría a comer al día siguiente, pues
Zorrilla había preparado esa cita como parte de su coartada.
Moro Ávila se acercó sigiloso a Buendía, y tiró del
faldón de la gabardina para dificultar los movimientos del periodista y
asegurarse de que no portaba blindaje alguno. Empuñaba una pistola poderosa,
una Browning de nueve milímetros, con la que disparó hasta cinco veces. Por
instinto defensivo, como si pretendiera usar su propia arma, y por el efecto
físico de los disparos, Buendía giró hacia la derecha, por lo que los balazos
tuvieron trayectorias diferentes. Lo ultimó uno tan certero como el resto, que
le perforó el pulmón. Buendía se desplomó. Moro Ávila caminó un breve trecho,
como si nada, y puntual apareció la motocicleta a cuyo asiento trasero subió.
Apenas unos pasos adelante, Bautista quedó pasmado
por unos instantes ante el sorprendente ataque. Tomó la pistola de su jefe y
corrió en pos del homicida, hacia la esquina de Londres y Havre. Cuando
percibió que su gesto era inútil, volvió atrás y comprobó que Buendía estaba
muerto. Entró de nuevo al edificio y desde el mezzanine telefoneó a Luis Soto,
secretario del periodista. Ante el inminente nacimiento de su primer hijo, Soto
había recibido autorización de su jefe para encontrar un segundo empleo. Lo
obtuvo en una oficina pública, la Dirección General de Publicaciones de la SEP,
cuyo responsable era Miguel López Azuara, que había conocido a Buendía en su
etapa inicial de reportero, en Excélsior. Soto pidió a Bautista el número
telefónico de Zorrilla, pero tardó en recibirlo porque el ayudante volvió a la
oficina para consultar el directorio. Cuando lo tuvo, Soto avisó del suceso al
jefe de la policía política, y ambos salieron hacia el lugar de los hechos.
López Azuara y Armando López Becerra, su colaborador en la SEP, también
acudieron al teatro de los acontecimientos, llevados sobre todo por su
infatigable espíritu de reporteros. Miguel, sabedor de mi cercanía con don
Manuel, llamó para avisarme. Me enteré de su recado muy tarde. Habíamos tenido
una comida y una larga sobremesa con el secretario de Hacienda Jesús Silva
Herzog el grupo que planeábamos la salida de La Jornada, en la que nos
ocupábamos desde febrero y que consumaríamos en septiembre.
Rafael Barajas, El Fisgón, el gran cartonista que
estaba en receso tras nuestra salida de Unomásuno, recibió el recado de Miguel
López Azuara y nos lo comunicó apenas llegamos a la oficina de la calle de
Durango donde trabajábamos en pos de nuestro objetivo, la publicación de un
nuevo diario. Todos los presentes -Carmen Lira, Carlos Payán, Humberto
Musacchio y Héctor Aguilar Camín- recibimos con pesar la noticia. Con agobio,
yo. Pero todos, aunque los demás lo conocieran menos -salvo Aguilar Camín, que
asistía al Ateneo de Angangueo-, teníamos un motivo reciente de agradecimiento
a Buendía.
Poco antes de su asesinato me telefoneó para
hacerme una entrega que, anunció, me complacería mucho. Así ocurrió, aunque
también me dejó perplejo. Era un sobre grande, con un millón de pesos en
efectivo. Habíamos convocado al público en general a adquirir acciones para la
empresa editora que organizábamos. El dinero no era suyo. Lo enviaba, por su
intermedio, un contribuyente que prefería permanecer anónimo. Recibí el dinero
pero advertí a don Manuel que no lo aceptaríamos si no podíamos extender sus
acciones al generoso aportante. Buendía consultó a su amigo Álvaro González Mariscal,
cuya participación en el episodio conocimos por nuestra insistencia. A su
nombre fueron tituladas las acciones, llegado el momento, en que también
supimos que la remesa provenía de Roberto González Barrera, el próspero
industrial del maíz y la tortilla -convertido años después en banquero- y
consuegro de Carlos Hank González.
Mucho antes que Luis Soto, y que López Azuara y
López Becerra, Zorrilla llegó a Insurgentes y Hamburgo. Puesto que esperaba el
aviso de que su orden había sido cumplida, apenas tardó trece o quince minutos.
Ya estaban allí algunos de sus hombres, a quienes el director de la Brigada
Especial alertó para que se aproximaran a la escena del crimen. Se apoderaron
de ella y hasta entraron en conflicto con el agente del Ministerio Público que
arribó más tarde. No le permitieron actuar, y aun lo agredieron y amenazaron,
como hicieron con los policías judiciales que lo acompañaban. Zorrilla, en
cambio, tras comprobar que Buendía estaba muerto (un alma piadosa había
cubierto su rostro con una toalla o sábana), ordenó a uno de los hombres
esculcar la ropa de la víctima. Obtuvo de su búsqueda algunos papeles que
Zorrilla examinó y desechó, por lo que volvieron a la vestimenta del
periodista.
Para evitar que atestiguara esos movimientos,
Bautista fue urgido por gente de la DFS a recorrer la zona para ver si
identificaba al homicida. No lo hizo en ese momento. Sólo contribuyó, con media
docena de testigos, al trazo del retrato hablado del asesino. Lo identificaría
semanas más tarde cuando lo vio entrar con naturalidad al edificio de la
Federal de Seguridad. Es que trabajaba allí. Era el nieto de su abuelo, famoso
por la facilidad con que ordenaba matar.
Bautista pudo ver a Moro Ávila porque era forzado a
deambular en las inmediaciones de la oficina de Zorrilla. Como testigo
principal del asesinato, fue secuestrado durante tres meses a fin de que no
pudiera declarar ante el agente del Ministerio Público, que se afanaba en
recuperar la averiguación previa que había iniciado la Federal de Seguridad. Sólo
una vez en ese lapso habló con Zorrilla, quien a él y a Soto les dio
seguridades; que no se preocuparan por asuntos de trabajo, desempleados como
quedaron por la pérdida de su jefe. Nada hizo para cumplir esa garantía.
Zorrilla subió al despacho de Buendía como lo
habían hecho desde rato atrás varios de sus hombres. Se apoderaron de algunos
cartapacios que el periodista había dejado sobre su escritorio, pero a decir de
Soto, responsable del abundante y legendario archivo de Buendía, no tocaron una
sola pieza de la documentación allí resguardada.
El forcejeo entre la procuraduría y la Federal de
Seguridad duró lo necesario para que Zorrilla y su gente, especialmente
Juventino Prado, jefe de la Brigada Especial, hicieran desaparecer vestigios
que revelaran a quien quisiera indagar de verdad la intervención de la DFS.
Finalmente, la procuradora Victoria Adato de Ibarra consiguió que los agentes
de la DFS entregaran las piezas -cartuchos, ropa del occiso, el resultado de la
necropsia, entre otras, y declaraciones de los testigos presenciales, adobadas
conforme a su conveniencia- y pudo formalizar la averiguación previa.
La Policía Judicial, dirigida por un abogado
tozudo, José Trinidad Sánchez, empezó entonces un nuevo tramo de la indagación.
Habrá tenido instrucciones de no admitir la índole política del asesinato, por
lo que orientó sus pesquisas hacia rumbos que no conducirían a ninguna parte.
Se concentró en la vida personal de Buendía, para hallar en ella la causa de su
asesinato. Interrogó en esa dirección a los amigos y conocidos del periodista.
Preguntaba si Buendía tenía amantes, si era homosexual, si tenía deudas
pendientes, si habría inferido alguna ofensa que provocara deseos de venganza.
Ordenó algunas capturas y en ningún caso pudo consolidar la averiguación como
para consignar a los detenidos. Es que mostraba un falso activismo, destinado a
no encontrar al culpable, acaso porque sabía quién lo era. La DFS, por su
parte, fingía también. Lo hizo igualmente Nazar Haro, contratado por la
procuradora Adato para realizar una averiguación paralela. Siguió simulando
cuando se le designó sucesor de Trinidad Sánchez. La procuradora simulaba
también, presa en su candor por los laberintos de la Policía Judicial y el
Ministerio Público. El 19 de septiembre de 1985 el terremoto que fracturó a la
ciudad de México hizo que se cayeran, simultánea y estrepitosamente, el
edificio donde despachaba y los restos de su prestigio. En el sótano de la
procuraduría funcionaban unos peculiares separos, donde agentes judiciales
practicaban la extorsión a delincuentes a quienes cobraban cuotas o arrebataban
su botín. Los "hospedaban" en cajuelas de patrulla o de coches
robados, sobre los cuales cayó el edificio al colapsarse. La procuradora no
pudo explicar lo que ocurría, y si bien para no dar satisfacción a la opinión
pública que conoció los hechos con asombro e indignación se demoró su despido,
al fin se consumó tres meses después, en diciembre, cuando De la Madrid le
procuró una salida airosa, al nombrarla ministra de la Suprema Corte.
La sustituyó Renato Sales Gasque, quien anunció que
comenzaría desde cero la averiguación previa, que para satisfacción de Zorrilla
no había generado ningún resultado. Por esa causa, el director federal de
Seguridad se sintió tranquilo y firme en su cargo en los meses posteriores al
asesinato de Buendía. Su impunidad lo animó a seguir adelante. Afianzó la
relación que había establecido con jefes del narcotráfico como Rafael Caro
Quintero, a quien vendió identificaciones de la DFS -charolas, como se les
conoce popularmente- firmadas por él mismo y entregadas a cambio de mucho
dinero. Dispuso también, asegurado en su cargo porque nada lo amenazaba, el
asesinato de su amigo del alma, el abogado José Luis Esqueda, a quien Zorrilla
mandó matar en castigo por acercarse a Buendía para confiarle los nexos del
director de la policía política con el narcotráfico.
Por decisión espontánea, expresada desde poco
después del asesinato, un variopinto grupo de periodistas acicateó inútilmente
a las autoridades para hacer que sus investigaciones avanzaran. Formaron un
equipo de seguimiento, integrado por Gerardo Arreola, Francisco Cárdenas Cruz,
Félix Fuentes, León García Soler, Miguel Ángel Granados Chapa, Rogelio
Hernández, Jorge Meléndez y José Reveles, que contó con el impulso del hermano
menor de don Manuel, Ángel Buendía, quien voló desde Guadalajara la noche del
duelo. Más que lloroso, como suele ocurrir con los deudos cercanos, estaba
furioso, indignado. En el sepelio de su hermano, cercano él al féretro en torno
del cual hacían guardia la multitud de dolientes, trató de impedir que lo
hiciera el presidente De la Madrid. Alzó la mano derecha para detenerlo, pero
entre la batahola causada por la presencia presidencial el gesto simbólico se
convirtió en un manotazo sobre el pecho del Ejecutivo. A lo largo de los años,
a solas o cobijado por los periodistas, con algunos de los cuales estrechó una
relación amistosa, se convirtió en una presencia incómoda. Durante ese tiempo,
su desesperación ante la falta de resultados lo llevó a concebir varias
hipótesis, en que culpaba del crimen a De la Madrid y Bartlett, o a la Central
Intelligence Agency (CIA). En su insistencia por obtener resultados, publicó
dos libros: Mi testimonio sobre el asesinato de mi hermano Manuel Buendía e
Historia de mi vida. Este último fue particularmente útil para conocer cómo
transcurrió la infancia y la adolescencia del periodista, cuya vida es contada
y explicada a partir del siguiente capítulo, porque hay que comenzar desde el
principio.
Notas:
1. Miguel de la Madrid H., Cambio de rumbo,
testimonio de una Presidencia, 1982-1988 (con la colaboración de Alejandra
Lajous), 1a. ed., FCE (col. Vida y pensamiento de México), México, 2004.
2. Ibid.
3. Juan Bautista, Los primeros teclazos con
Buendía, en varios autores, Retratos de Manuel Buendía, 1a. ed. Fundación
Manuel Buendía/Consejo Ciudadano del Premio Nacional de Periodismo, A.C./La
Jornada, México, 2009.
Enfoque recomienda
Título: Buendía. El primer asesinato de la
nacopolítica en México.
Editorial: Grijalbo.
Fecha: México, 2012.
Páginas: 286.
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México: un país 'no libre'
Entrevista Libertad de expresión. David J. Kramer:
presidente de Freedom House. Las agresiones a periodistas han aumentado y
amenazan al sistema democrático, advierte Freedom House
Octavio Ortega
(7 octubre 2012).- México ha perdido libertad en la
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House, una organización internacional que mide las libertades civiles y
derechos políticos en más de 195 países.
"México ya llegó a niveles de preocupación, no
hay duda. Desde el punto de vista de Freedom House, calificar a México como un
país no libre es un esfuerzo para sonar las alarmas y decir que aquí está
pasando algo muy grave", alerta.
Freedom House publica dos reportes anuales, uno
sobre libertad de prensa y otro sobre libertad de expresión en internet, en
ambos México muestra retrocesos.
El informe sobre prensa, presentado en mayo de este
año, calificó a México como "No libre", asignándole 62 puntos, donde
0 expresa completa libertad y 100 nula libertad. De 2007 a la fecha la
calificación negativa para México creció de 48 puntos a 62.
El reporte sobre libertad de expresión en internet,
presentado en septiembre, ubica a México como "Parcialmente libre",
con 37 puntos; al igual que el anterior, 100 expresa nula libertad. En este
estudio, junto a México se ubican principalmente países de América Latina como
Haití, Colombia, Cuba y Venezuela y de África, como Nigeria, Mozambique, Uganda
o Zambia.
Según Kramer, aunque México mejore su sistema
democrático o su posición económica a nivel mundial, o aumente la disposición
de tecnología para la población, no podrá detener la pérdida de libertades si
no logra frenar las agresiones a los comunicadores.
"Si vemos el incremento de la violencia que ha
tenido México en los últimos años, eso ha tenido un impacto muy negativo en el
ejercicio de los derechos civiles y políticos, incluyendo la libertad de
expresión. Los periodistas tienen temor de hacer investigaciones sobre el
crimen organizado, drogas, corrupción. Crea un ambiente de autocensura muchas
veces y tiene un efecto inhibidor", explica.
En su experiencia, la clave es acabar con la
impunidad y agilizar los castigos a quienes agreden a periodistas, medios de
comunicación y blogueros.
"El gobierno tiene que actuar más rápido
porque los perpetradores de estos ataques no están esperando las acciones ni
recomendaciones de las comisiones gubernamentales, y si no se acaba la
impunidad con consignaciones, detenciones, sentencias y castigos, no hay
incentivos para detener este tipo de actividades", detalla.
Kramer menciona a la bloguera y periodista María
Elizabeth Macías, jefa de información del periódico Primera Hora, de Nuevo
Laredo, quien fue asesinada en septiembre del año pasado por miembros del
crimen organizado que dejaron un mensaje junto a su cuerpo señalando que su
muerte era en represalia por la información que distribuía sobre el narco.
"En el caso de la bloguera que fue decapitada
y su cabeza dejada al lado del teclado es un signo para blogueros, periodistas,
el gobierno... y todos en conjunto deben responder", expresa.
Alerta que en casos como éste la sociedad civil y
la prensa deben presionar a las autoridades para mostrar a los criminales que
estos casos son inaceptables y las autoridades actuar en consecuencia.
Por la urgencia de frenar la impunidad es que
Kramer conmina a la Fiscalía para la Atención de Delitos contra Periodistas de
la PGR a ser más agresiva.
'Peña debe actuar'
El presidente de Freedom House señala que el PRI no
tiene un "buen historial" en materia de protección a los derechos
humanos, pero otorga el beneficio de la duda a las políticas anunciadas por el
Presidente electo, Enrique Peña Nieto, en materia de libertad y democracia, y
sugiere a su equipo combatir de inmediato las agresiones contra la libertad de
expresión.
"Si el Presidente entrante pudiera colocar
como una de sus tres prioridades la protección a la libertad de prensa y a la
libertad de expresión, esto mandaría una señal", refiere.
Con su visita de tres días en México, en la cual
realizó reuniones con funcionarios de gobierno y miembros del equipo de
transición, Kramer espera que sus llamados sirvan para frenar la pérdida de
libertades. Puntualiza y reconoce que ni el cambio de gobierno ni la entrega de
informes detienen a los agresores, sólo la acción conjunta entre ciudadanos y
autoridades.
"Que un periodista sea asesinado debe ser un
tema de profunda preocupación para el gobierno, para la sociedad, pero también
para los periodistas. Antes de llegar a México tenía conocimiento de 60 casos
de periodistas asesinados desde el 2000, pero al llegar la información llegó a
76; 11 de los cuales sucedieron en este año, para alguien que viene de fuera es
una situación terrible", reflexiona.
Conózcalo
David J. Kramer.
Cargo: presidente de Freedom House, desde octubre
2010.
Trayectoria: profesor en la Elliott School for
International Affairs, The George Washington University.
Subsecretario de Estado para la Democracia,
Derechos Humanos y Trabajo.
Director ejecutivo de la Comisión Consultiva en
Estados Unidos Diplomacia Pública.
Subsecretario de Estado adjunto para Asuntos de
Europa y Eurasia.
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Voto latino
Análisis Elecciones en Estados Unidos. Es posible
que los hispanos no voten, porque no sienten que su decisión se traducirá en
mejores condiciones
Hazel Blackmore
(7 octubre 2012).- Especialista en política
estadounidense.
Los líderes latinos en Estados Unidos han levantado
la voz para destacar el potencial que tiene el grupo en la decisión de quién
ocupará la Casa Blanca a finales de enero de 2013. El número de posibles
electores hispanos es de alrededor de 23.7 millones (11 por ciento del
electorado), y una buena proporción de ellos no sólo vive en estados
considerados "campos de batalla" sino también podría identificarse
con los candidatos de los partidos demócrata y republicano. De esta manera,
hemos visto cómo, en fechas recientes, tanto el presidente Barack Obama como su
contendiente, Mitt Romney, han tratado de convencer a los latinos de darles su
voto el próximo 6 de noviembre. Algunos analistas creen que es muy tarde, ya
sea porque los republicanos han perdido el voto latino con posiciones
antiinmigrantes; o bien, porque los demócratas lo perdieron con las promesas
incumplidas de Obama. Otros consideran que todavía hay oportunidad de capturar
la simpatía de los hispanos, si es que utilizan las estrategias correctas, mandan
el mensaje adecuado, y logran que estos votantes participen el mes que entra.
En la elección de 2008 alrededor del 67 por ciento
del electorado latino votó por Obama con un incremento de alrededor de 14 por
ciento a favor del candidato demócrata a comparación de las preferencias que
habían mostrado en el 2004. Ésta fue la mayor ganancia del Partido Demócrata
con un grupo en específico, de acuerdo con datos de la National Association of
Latino Elected and Appointed Officials. Varias son las razones que pueden
explicar este aumento de preferencias por los demócratas dentro del electorado
hispano. Una, por ejemplo, es el hecho de que el partido haya tenido a dos
miembros de minorías como precandidatos (Clinton, una mujer y Obama, un
afroamericano) y que esto haya despertado el interés de la primera minoría del
país -los hispanos-. La exitosa campaña de Obama y el sentimiento de movimiento
social "de esperanza y cambio" que tuvo a nivel nacional pueden ser
otra razón. Una tercera razón puede ser que Obama tuvo la capacidad de atraer a
los votantes jóvenes que votaron por primera vez y, entre los votantes latinos,
estos son un porcentaje importante (aproximadamente 25) y mayor que el de otros
grupos de electores.
Sin embargo, este apoyo mayoritario por el candidato
demócrata no es una característica que puede ser atribuida a los hispanos
históricamente; tampoco se puede esperar que sea una nueva tendencia. El apoyo
del grupo a los republicanos también tiene un récord. California, el estado con
más latinos de la unión americana, ha apoyado en varias ocasiones a los
candidatos republicanos -Nixon, Reagan y W.H. Bush ganaron el estado por lo
menos una vez- y ningún candidato republicano que ha ganado la Presidencia lo
ha hecho con menos del 33 por ciento de apoyo de los latinos. La identificación
de los hispanos con el partido puede ser amplia, ya que, en general, éstos
tienen posiciones más conservadoras en temas como el aborto, el matrimonio y la
familia. Además tienden a desconfiar de la autoridad, por lo que prefieren un
gobierno pequeño, similar a la posición del Partido Republicano. El presidente
Reagan decía que los hispanos son republicanos, sólo que no lo saben.
Cómo atraerlos Ganar el apoyo del grupo supone
varias complicaciones. La primera derivada de su pobre participación. En el año
2008 se presentó a votar la mitad de los votantes hispanos y se espera que este
año poco más de 11 millones de ellos vayan a las urnas, lo que significa que el
porcentaje de participación de la comunidad caerá. Sucede que el interés en las
elecciones, que tradicionalmente es bajo en el grupo, este 2012 es todavía
menor, al grado de que hay un porcentaje menor de registros que hace dos y
cuatro años. Ambos partidos pueden ser culpados de esto: los republicanos han
acrecentado la desconfianza y miedo de los hispanos con las posiciones
antiinmigrantes que se han adoptado en más de una docena de estados gobernados
por el partido. Los demócratas los han decepcionado entre las promesas
incumplidas de Obama, el hecho de que el país sigue hundido en una pobre
situación económica y por ser la administración con mayor número de
deportaciones en la historia del país. En pocas palabras, es posible que los
latinos no salgan a votar porque no sienten que su participación se traduce en
una mejora de sus condiciones.
Sin embargo, es muy importante hacer notar que
satisfacer las necesidades del grupo no es una tarea fácil. Sería iluso pensar
que más de 20 millones de hispanos buscan los mismos objetivos de parte de la
acción gubernamental, que comparten la misma ideología, que votarán en bloque
por el mismo partido y/o candidato, o que sólo les preocupa el tema migratorio.
Tener una misma lengua, una cultura compartida y provenir de una región de más
de 21 millones de kilómetros cuadrados no se traduce en que la condición actual
de todos los miembros del grupo sea la misma. No se puede ofrecer lo mismo a un
cubano-americano de Miami que a un mexico-americano de Chicago. Lo que es más,
no se puede tratar igual a los hispanos que residen en un mismo estado o ciudad
-un portorriqueño y un poblano en Nueva York seguramente tienen diferentes
prioridades-. Por lo tanto, también en el trato del electorado hispano aplica
la máxima de que toda la política es local.
Igualmente, y como para la mayoría del electorado
estadounidense, esta elección es sobre la economía para los hispanos. Es más,
según una encuesta del Pew Hispanic Center, los latinos fueron el grupo más
afectado por la crisis económica: el 59 por ciento dice personalmente o que
alguien de su familia ha estado desempleado en el último año; el 75 por ciento
considera estar en condiciones financieras "medianamente llevaderas"
o "malas"; el 49 por ciento tuvo que cancelar o demorar una compra
importante (como un automóvil); y el 25 por ciento de los dueños de una casa
dijo no poder cumplir con los pagos de la hipoteca. Sin embargo, el grado de la
afectación varía y las preferencias sobre la manera en que el gobierno debe de
resolver la crisis son muy variadas entre los hispanos. Habrá comunidades interesadas
por recibir mayores oportunidades de empleo, educación y servicios. Hay otro
grupo, los pequeños y medianos empresarios, que no están conformes con una
reforma de salud que les "imponga" el peso de cubrir el seguro de
gastos médicos de sus empleados. Los candidatos tendrán que demostrarles que
tienen el mejor plan económico.
El voto de los latinos en la elección de este
noviembre del 2012 parece estar más del lado del presidente Obama, pero este
apoyo no es un apoyo de total convicción, puede ser un voto de castigo a los
republicanos. Los hispanos, tan diversos como puedan ser, comparten el malestar
de políticas que los etiquetan como criminales y les atropellan los derechos
por su origen cultural, independientemente de su calidad migratoria o su aportación
y compromiso hacia Estados Unidos.
Jugar a los números con los votantes latinos no es
fácil, además, porque la mayoría se encuentra concentrada en California y
Texas, estados que no tienen relevancia en la competencia actual por los votos
del colegio electoral. En los estados "campos de batalla" los
hispanos son menos, pero suficientes para hacer la diferencia. Obama se podría
ver beneficiado en Colorado, Arizona y Florida con una mayor participación de
latinos que votaran a su favor, ya que el bajo porcentaje de hispanos en Iowa y
Wisconsin hace improductivos los esfuerzos en esos estados. Sin embargo, lograr
este objetivo significa cambiar las estrategias de campaña. Este potencial
electorado requiere de atención para recuperar la confianza. Para Romney es un
camino cuesta arriba, el grupo está muy ofendido. Obama podría utilizar su
experiencia como organizador comunitario y hacer una campaña desde las bases
(grass-roots). Desafortunadamente, este tipo de campaña requiere tiempo y
dinero, y ambos recursos escasean a 30 días de la elección.
hazelbsf@prodigy.net.mx
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Venezuela en la encrucijada
Análisis Chávez se juega el futuro. Dos fuerzas
actúan como propulsoras del cambio: una población cada vez más movilizada y un
Estado incompetente. Ante ese poder avasallante, al menos la mitad del país
reacciona hoy luchando contra el miedo, insistiendo en que está en juego la
democracia
Ramón Piñango
(7 octubre 2012).- Sociólogo y profesor titular del
Instituto de Estudios Superiores de Administración, con sede en Venezuela.
CARACAS.- Las elecciones de hoy constituyen para
los venezolanos un momento crucial que plantea dos opciones: continuar con el
gobierno de Hugo Chávez o desplazar del poder a quien ha gobernado al país por
casi 14 años. Para el chavismo hay que ganar las elecciones para continuar la
revolución socialista y antiimperialista; una revolución que, según sus
defensores, ha acercado el gobierno al pueblo y ha mermado el poder a la burguesía
y las fuerzas del imperialismo. La oposición percibe en las elecciones de hoy
la ocasión institucional para terminar con la hegemonía del chavismo, asegurar
al menos las libertades propias de una democracia, lograr un mínimo de eficacia
administrativa y controlar la corrupción.
Perder estas elecciones significaría para el
chavismo perder 14años de lucha. Derrota de la revolución por el voto de la
mayorías: nada peor le puede ocurrir a una revolución. Para el antichavismo,
ganar las elecciones es también un asunto vital: la ocasión para sacudirse
frustraciones, amenazas y una incompetencia que ha traído, entre otras cosas,
alta inflación, escasez de vivienda, deterioro de la infraestructura de
servicios, fallas constantes de la energía eléctrica y, lo más alarmante para
muchos, el número de homicidios se ha más que cuadruplicado en los últimos 10
años.
La polarización política que vive Venezuela es
delicada, porque una de las partes en pugna está en el gobierno, controlando de
manera absoluta todos los poderes públicos, con una fuerte hegemonía de medios
de comunicación masiva como la radio y la televisión, y un marcado corte
militarista en sus conductas y sus símbolos. Gracias a ese control, no ha
habido ni una sola decisión que haya contradicho la voluntad o el parecer del
Presidente. Ante ese poder avasallante, al menos la mitad del país reacciona
hoy luchando contra el miedo, insistiendo en que está en juego la democracia,
rechazando amenazas, recurriendo a las armas de los argumentos jurídicos, en el
caso de los más serenos y ponderados. Los más exaltados recurren a la burla y
el desprecio hacia las figuras más destacadas del régimen. A todas estas, el
liderazgo opositor se ha centrado en darle sentido a argumentos y emociones
para trazar una línea unitaria de acción.
Los retos Sea cual fuere el triunfador en las
elecciones, en Venezuela se inició ya un proceso de cambio político y social
importante que se profundizará en el futuro cercano. Dos fuerzas actúan como
propulsoras de ese cambio: una población cada vez más movilizada y respondona,
y un Estado de una enorme incompetencia para atender las necesidades de la
población.
La movilización de la población en la última década
ha sido, en buena parte, consecuencia de la retórica y las acciones de los
gobiernos de Hugo Chávez. Pero, curiosamente, esa movilización le ha tendido
una trampa al chavismo por su incapacidad administrativa y política para
atender expectativas y aspiraciones populares, alimentadas por la retórica y
las acciones revolucionarias. El mismo líder de la revolución lo reconoce
cuando, al menos en un par de oportunidades, ha llegado a decir a sus
seguidores que no importan problemas como las fallas en la electricidad o el
mal estado de las vías públicas sino que gane él para salvar a la patria. Por
su parte, el discurso electoral de Henrique Capriles ha exacerbado aún más las
expectativas de la gente, al señalar el incumplimiento de lo prometido y el
agravamiento de los problemas, al mismo tiempo que ha añadido nuevas promesas.
Todo esto contribuye a hacer más difícil que las aspiraciones se posterguen o
que las expectativas se ajusten. La gente no va a moderarse porque continúe
Chávez gobernando o porque Capriles llegue al poder.
Para atender las necesidades del país es preciso
mejorar significativamente el aparato administrativo del Estado: hacerlo más
eficiente y al mismo tiempo más sensible a las necesidades y exigencias de la
población. Ello implica, entre otras cosas, explorar nuevas opciones en la
manera de seleccionar prioridades, formular proyectos y hacerles seguimiento.
Las racionalizaciones del tipo "la población no entiende las virtudes de
tal política", "la gente es muy impaciente", "el pueblo no
tiene visión de largo plazo" pueden agravar las cosas, gobierne quien
gobierne. Racionalizaciones de esa naturaleza han sido fatales en Venezuela
antes del chavismo y durante el chavismo.
Los problemas de Venezuela son inmensos, complejos
y diversos. Incluyen asuntos tan diferentes como, por ejemplo, las fallas de
electricidad, el déficit de viviendas y la ineficiencia de la industria
petrolera, la maltrecha gallina de los huevos de oro. Sin descentralización del
aparato administrativo del Estado y sin el concurso de una vasta variedad de
instituciones, tanto públicas como privadas, como universidades, organizaciones
sin fines de lucro, empresas, gremios y sindicatos, el país no va a ir a ningún
lado.
Chávez se ha esforzado para convencer al país de
que un nuevo gobierno suyo sería incluyente y eficiente. El candidato de la
oposición ha logrado durante su campaña la convergencia de una amplísima
variedad de personas, grupos, partidos, organizaciones y actores que nunca
antes había ocurrido. Definitivamente, eso favorecerá su gestión si logra
transformarla en una coalición, explícita o implícita, para atender los
problemas más graves y difíciles. Un claro ejemplo es la inseguridad personal.
La inseguridad la sufren todos los sectores
sociales, pero los pobres son quienes más la padecen; ellos ponen gran parte de
los muertos. Son tan complejas las causas de la inseguridad personal
-narcotráfico, pobreza, desintegración familiar, desempleo, fallas de la
educación, ausencia policial, corrupción de los cuerpos de seguridad- que sin
una amplia acción colectiva difícilmente puede ser enfrentada. La inseguridad
se ha convertido progresivamente en un asunto de la mayor relevancia política,
porque la población exige una respuesta inmediata del Estado y porque éste es
parte importante del problema. No es cualquier cosa que internacionalmente se haya
señalado a entes públicos venezolanos como parte del sistema de tráfico de
drogas. Hacer algo al respecto requiere un amplio apoyo social y político, sin
el cual se vulneraría la misma estabilidad institucional.
Gobernar controlando todos los poderes debería ser
fácil. Por eso es paradójico que al gobierno de Chávez se le haya hecho tan
difícil tener una gestión relativamente eficaz. A Capriles le correspondería
iniciar su gobierno con los otros poderes en contra. Es más, de llegar al poder
tendría al chavismo en la oposición. De Chávez continuar en el gobierno, el
chavismo tendría a la mitad del país en contra. Y algo agravaría seriamente su
situación: la precaria salud del presidente.
La prueba del ácido
La historia de las naciones la hacen los procesos
sociales. El liderazgo trata de cabalgarlos para orientarlos. Que lo logre
depende, en buena parte, de su capacidad para pasar "la prueba del
ácido", la cual se puede concretar en una pregunta: ¿qué pasa con el grupo
cuando el líder ya no está? En otras palabras, ¿dejó el líder un grupo sólido,
capaz de hacer las cosas de manera cada vez mejor o, por el contrario, su
ausencia dejó un inmenso vacío? En tal sentido, podemos preguntarnos si un
nuevo gobierno de Hugo Chávez dependerá más de un equipo que de una persona.
¿Formó él ese equipo? ¿Está su gente dispuesta a abrirse al país para responder
a sus necesidades? De igual manera, con respecto a Capriles, podemos
preguntarnos si será capaz de formar un grupo para gobernar, tan sólido que
estaría en capacidad de operar sin su presencia. Capriles dice que gobernará
con un equipo. De ser así la interrogante es: ¿podrá ese equipo desarrollar su
capacidad para aprender de la experiencia, sin encerrarse en un pequeño mundo,
como tantas veces ha ocurrido en Venezuela?
Si en ambos casos la respuesta es positiva
tendremos un país mucho mejor, menos dependiente de los liderazgos mesiánicos.
Twitter: @rapinango
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La cultura política
(7 octubre 2012).- Téngalo presente
Foro de la democracia latinoamericana. Jesús
Silva-Herzog Márquez, José Woldenberg, Lorenzo Meyer, Federico Reyes Heroles,
Soledad Loaeza, Luis Videgaray, Roberto Campa, Lorenzo Córdova, María Marván,
entre otros. Inicia miércoles 10, 9:30 hrs. El Colegio de México. Inf:
http://bit.ly/QJdrho
Cine
Ambulante: ciclo Ideas migratorias y estrategias
documentales. Proyecciones y charlas en torno a los flujos migratorios y el
papel que juegan en la convivencia diaria. Domingo 7 a domingo 21. Cine Tonalá y
Museo Memoria y Tolerancia. Inf: http://bit.ly/PeLNr6
Conferencias
Más allá de las leyes: Retos jurídicos y sociales
ante el feminicidio. Lucía Melgar. Jueves 11, 16:00 hrs. Museo Memoria y
Tolerancia. Informes: 5130 5555, ext. 4204.
¿Quién gobierna en América del Norte?: élites,
redes y organizaciones. Alejandra Salas-Porras y Matilde Luna. Jueves 11, 18:00
hrs. Casa de las Humanidades. Presidente Carranza 162, Coyoacán. Informes: 5554
8462.
Un nuevo fantasma recorre los pasillos de la
justicia: los DH y los tribunales locales. Daniel Vázquez. Lunes 8, 16:00 hrs.
Flacso. Carretera al Ajusco 377. Informes: 3000 0200.
Foros
La regulación de la publicidad gubernamental.
Purificación Carpinteyro, Raúl Trejo, Porfirio Toledo, Carlos Padilla y Gerson
Hernández. Lunes 8, 16:00 hrs. FCPyS UNAM. CU.
Libros
Genómica y bioeconomía. Ventana de oportunidad para
el crecimiento económico de México de varios autores. Colmex/ El Colegio
Nacional. Investigadores ilustran cómo China, India y Brasil reorientaron sus
estrategias de desarrollo hacia la ciencia y la tecnología.
Historia mínima de la transición democrática en
México de José Woldenberg. Colmex. El autor plantea que México vivió una
auténtica transición democrática entre 1977 y 1997, cuando fue desmontado un
régimen autoritario de gobierno.
Mitos y mentadas de la economía mexicana. Por qué
crece poco un país hecho a la medida del paladar norteamericano de Jacques
Rogozinski. Debate. El autor cuestiona el comportamiento económico de México,
por la aplicar ideas sin evaluar insumos, posibilidades ni capacidades propias.
Mesas redonda
María en tierra de nadie de Marcela Zamora.
Alejandro Solalinde, Mario Bronfmann, Elena Fortes, Fabián Sánchez y la
directora Miércoles 10, 18:30 hrs. Museo Memoria y Tolerancia. Informes: 5130
5555, ext. 4204.
Presentaciones
Culpables conocidos, víctimas ignoradas: tortura y
malos tratos en México. Amnistía Internacional. Jueves 11, 11:00 hrs. Museo
Franz Mayer. Hidalgo 45, Centro Histórico. Informes: 5687 6010, ext. 106.
Revistas
Letras libres. No. 166. Análisis de las elección
presidencial estadounidense. León Wieseltier, Simon Rosenberg y Jordan Fabian.
Voz y voto. No. 236. Humberto Musacchio analiza al
PRD tras la salida de Andrés Manuel López Obrador. Maricarmen Alanís destaca
aspectos de la sentencia de validez de la elección del TEPJF.
Seminarios
Desafíos de la rendición de cuentas en América
Latina. Catalina Botero, Pablo Olmedo, Jonathan Fox, Marcus Melo, Mauricio
Merino, Sergio López-Ayllón, entre otros. Lunes 8 y martes 9, 9:00 hrs. Hotel
Royal Pedregal. Periférico Sur 4363. Informes: 4630 7615, ext. 105.
La reforma laboral: alcances y límites coordinado
por Alfredo Sánchez. Lunes 8, 17:00 hrs. IIJ UNAM. Informes: 5622 7474.
Los desafíos de la pobreza para la nueva
administración federal 2012-2018. Tonatiuh Guillén, Gabriela Grijalva, Agustín
Escobar, Enrique Cabrero, entre otros. Martes 9, 10:00 hrs. Colmex. Informes:
5449 3000.
La tercera misión de las universidades, una
perspectiva desde la generación de patentes. Guadalupe Calderón. Martes 9,
17:00 hrs. IISUNAM. Ciudad Universitaria.Informes: iis.unam.mx
Nuevos Cronistas de Indias 2 Martín Caparrós,
Cristian Alarcón, Mónica González, Jon Lee Anderson, Roberto Zamarripa, Julio Villanueva
Chang, Alberto Salcedo Ramos, Juan Pablo Meneses, Juan Villoro, Daniel
Jaramillo Agudelo, entre otros. Inicia miércoles 10, 18:00 hrs. Museo de
Antropología e Historia. Informes: www.fnpi.org
Presentación
La noche de las publivívoras
Por segundo año consecutivo los anuncios
publicitarios más machistas y más violentos contra las mujeres recibirán un
"antipremio" en La noche de las publivívoras. Después de meses de
monitoreo con la ayuda de la sociedad civil a través de las redes sociales de internet,
el Observatorio de violencia de género de La cabaretiza seleccionó las campañas
que destacan por su misoginia. Están listas las ternas de las 11 categorías que
abarcan desde anuncios dirigidos al público infantil -"Ni aprendemos ni
jugamos"- hasta la que "premia" a las marcas destacadas en
varias campañas por su carga misógina: "Vales mil, nunca cambies".
Domingo 14, 19 hrs. Teatro de la Ciudad. Entrada
libre.
- La nota íntegra puede consultarse en el portal de
"Enfoque".
Si desea difundir alguna actividad de cultura
política, comuníquese al 5628 7245. Correo electrónico: enfoque@reforma.com
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